Un Redactio más

miércoles, 15 de diciembre de 2021

Una Buena Noche Buena de Cuento.











                             Madrid 6-12 - 2007





Queridos Amigos:

Tengo metido la letra de esta canción, Es un pasodoble, la tengo  un cariño especial. La escuche por primera vez,  en los pasados ​​años, día concreto el 24 de diciembre de 1982, en la localidad de Málaga.

Un servidor se encontraba haciendo el  servicio obligatorio de Nuestra querida Nación, lugar Convento de la Victoria, en el se encontraba el militar hospital, construido por los Reyes Católicos, en la explanada, de su campamento. La leyenda decía que en sus muros de más de dos metros de ancho, se encontraban enterrados algunos monjes, la como era el caso  de nuestra cueva habitación.

Seguro que a la sección del Acabose, no le vendría de mas, dejar en antenas Varios Minutos a este lugar.
La crispación,  durante eso meses,  fue adquiriendo un poco de guasa, Ya sabéis, como se la gasta la C osta del Sol, gente maravillosa, que te encuentras en esta parte del País.

Hasta una semana ante de la fecha indicada, a la Nochebuena, creo recordar que mi compañero, amigo y yo, entramos a  un típico bar-bodega, llamada la campana. En frente del mostrador tenia Una pizarra, con tiza blanca estaba escrito y medio borrada, la frase.

"Pruebe nuestro de quita penas de la casa". Claro que nosotros dos empezamos a sonreír, una mirada las cómplices, nos echamos un reír unas carcajada limpia, pues creíamos que se referiría a la de un bastón o tranca, que otros establecimientos, dejaban de ver colgados de uñas cuerdas.

El camarero al percatarse de las risas, se dirigió  hacia nosotros, diciéndonos que se trataba de un excelente vino de la comarca. Caldo que pudimos degustar en llevar unas botellas del lustre liquido casero. Como pudimos comprobar, Efectivamente nos quitó la pena de pasar estas fechas fuera de casa.




Aprendiendo una  canción nueva "Voy a Contar una Ustedes, Lo Que a mi me una sucedido, Fue En Nueva York, una noche buena, Que Yo preparan una cena," pa "invitar a mis paisanos, del una Reunión de Toda de Españoles,  entre vino, palma y olé por España se brindo ". Etcétera

De cuando por fin salimos de nuestros dormitorios, ese día 24 de diciembre, con dirección a la  salida,  del hospital, en el largo  pasillo se  encontraba una mesa alargada, destinada a los soldados para la Cena del día Veinticuatro, a la mitad de la noche los sanitarios recordaron que en el deposito se encontraban una señora ya fiambre.

nadie quería ir al deposito destacamento,  al encargado sanitario yo le acompañe una misión arriesgada, el cabo de guardia, su subordinados no le hacían caso, desapareciendo todos o casi todos, por mi amistad le acompañe hasta el área destinada a los fallecidos, no por obligación, pues yo  estaba rebajado en esos trabajos. 

Recuerdo que nos coste mucho introducir la camilla en los railes de la cámara, no  recuerdo mas, esa Nochebuena del 24 de diciembre de 1982 y la navidad. Están Borrada de mi mente. Creo Que FUIMOS aducido por alienígenas y borradas Nuestra conciencias esa noche corta.


Enrique M. Hidalgo para El País de la Piel de Toro


miércoles, 1 de diciembre de 2021

Filomena en Madrid

El País de la Piel de Toro

Autovía M-30 entre los barrios de Moratalaz y la Estrella

                         Madrid 19 de Enero 2021

 

          Filomena,  la tormenta del siglo

 

 

Hacemos balance de lo bueno y malo, un minuto para la cuenta atrás. Con este estribillo de esta canción  “un año más “del grupo musical Mecano a más de uno fuimos recordando su significado.

 

Todos deseamos que el año 2020  se fuera a tomar vientos, la epidemia del Covid19, casis nos agotaron las fuerzas mentales y física como consecuencia de esta pandemia y los Estados de Alarma.

 

Llego la Noche Vieja, la longeva  veterana Puerta de Sol en Madrid, se cerró al transitado al numeroso público, en despedir el mortífero nefasto  y anualidad del año 20 de esta segunda década del  siglo XXI.

 

Tristeza y melancolía, desdichas nostalgia de no  poder ver el ambiente de despedida de esta anualidad, que otros años como el pasado 2019, acapararon su atención en televisiones, el triunfo de las doces campanada.

 

Exitoso y victorioso trofeo año nuevo, otros 365 días por delante del 2021, teníamos esperanza de que fuera mejor y de esta forma entramos en el nuevo tiempo, comienzo de una nueva existencia.

 

No puede ser peor que el anterior, nos preguntamos hasta una semana ante de la celebración, ya que nos estaban advirtiendo los eruditos de los hombres que dan el  tiempo, se esperaba una tormenta de nieve,  posible una intensa borrasca, que dejara importantes nevada en algunos municipios españoles.

 

Pronosticando que sería una buena tormenta de nieve llegando a descargar unos 10 o 15 centímetro del manto blanco, por entrar directamente por nuestro suelo la llamaron: “Filomena

 

Según los clásicos mitológicos, como el profesor @Emilio_delRio,  conto en su apartado en el programa  de R.N.E. llamado @DePeaPaRNE a  la anterior semana al comienzo de la ventisca. Lo antiguo y tradicional y conocido de la fantasía  inspiración grecorromana.

 

“Filomena era hermana de Procne, Casada con el Rey Tereo, Tereo viola a su cuñada Filomena y le corta la lengua y la encierra en una prisión dentro de un bosque, filomena, teje un paño contando lo ocurrido, que llega a manos de su hermana Procne, filomena consigue salir gracias a su hermana y la traslada a Palacio, donde fragua su venganza, entre las dos dan muerte al hijo que tuvo con Tereo, Procne, lo descuartiza y lo cocina dándoselo al Rey, sin saberlo Tereo, reclama la presencia de su hijo, a lo que responde Procne “ lo tienes dentro de ti” y aparece Filomena con la cabeza de su sobrino. Los dioses para evitar que siguieran cometiendo otras atrocidades, los convirtieron en pájaros” #VerbaVolant de Radio Nacional de España, 18 de diciembre 2020.

 

Como la tormenta viene por el  aire supongo que la relación con la mitología, escogieron por las aves, los científicos recataron del olvido esta Teogonía, alegoría macabra pagana.

 

Llego el jueves día siete, aquí en hortaleza, empezó a caer agua nieves sobre las doce del mediodía, dejo de caer las celliscas, en mi teléfono no dejaba de sonar, entrando varios Wapsa, haciendo mención al buen humor de la tierra, y burla al pronosticado cambio meteorológico, al  abrí el primer mensaje.

 

En la fotografía de blanco y negro, se veía una mujer anciana con una burra, con el título de ya está aquí Filomena, otra fotografía era de cuatro Flexómetros, uno encima del otro en vertical, cubriendo la capa helada blanca de un hueco de 10 centímetro de nieves, haciendo ilusión  a la previsiones altas de nieve.

 

Pero al llegar a las 15,00 horas de la tarde, el cuento ya estaba cambiando, desde el cristal de la vieja puerta de hierro forjado, cada vez era más intensa los coágulos blancos.

 

A las 19,00 pensé que me quedada hacer noche en mi lugar de trabajo por incomunicación, algunos vecinos me dijeron que me fuera para casa, pues cada vez estaba más feo la tarde noche. Diez minutos después el supervisor me dio permiso para abandonar las instalaciones.

 

A las 19,30, subiendo al metro, con una ligera capa de nieve,  se convirtió una carrera de obstáculos, frenado la marcha por los posibles resbalones, por la inclemencia del ciclón. Liberándome de las ataduras, climatológicas, llegué al  Metropolitano, una vez bajado al interior del inframundo.   Recibo una llamada telefónica, creí que era Hades, dándome un mensaje del mundo de los espíritus, pero era  el jefe preguntándome  si ya me había ido, si estoy en el andén del tren, le conteste.

 

Llegue a nueve minutos con antelación de la estación de nuevos ministerios, tenía suficiente tiempo para coger los dos trenes primero, que me llevan al hogar. Pero “la Filomena “, también ataco al cercanía, sin cuartel, dejándonos a los viajeros más de media hora tirado en el  corredor por retraso del ferrocarril.

 

Pasado los treinta minutos por las vía,  un convoy pasó sin parada, prorrogando  otros quince minutos en la demora, en la estación subterránea.

 

El siguiente estaba hasta los topes de viajeros amontonado como sardina en latas en los largos coches,  en su recorrido por los apeaderos siguiente, subían más y más personas, con destino Guadalajara.

 

Por fin llegue a mi  parada, me toco subir cuesta arriba el kilómetro  y medio que separa la terminal con mi domicilio, pues cancelaron los autobuses del recorrido callejero, por la gran cantidad de nieve, acumulada en las calzadas.

 

Conforme subía por el bulevar  de Avda. de Buenos aires, tiene gracia la cosa, el viento era frio de cojones, se me helaron hasta las pestañas y mis pies se hundían cada vez más en el tupido manto blanco, costándome más y más esfuerzo en avanzar, gastando más energías de lo habitual. Comprendí que esta situación podría ser un poco peligrosa, al avance de esta tormenta  y bajada de temperaturas, en esta zona de Vallecas, filomena ya tenía cubierto todo, con una altura de 10 centímetros de nieve.

 

La cuesta de la avda. De Buenos Aires, me fatigo mucho aumentando las rachas del frio viento, que llevaba de cara, cubriéndome todo del blanco. Me recordó a la película de la gran tormenta.

 

Después de la rotonda gire a la derecha, para seguir subiendo por el bulevar de Pablo Neruda, tan solo veía algunos transeúnte empujar vehículos cuesta  arriba, dejando por imposible por patinajes de los coches y personas dejándolo abandonado en cualquier  hueco disponible de la calle.

 

No me encontré con nadie, si lo hubieran hecho, se pensarían que el “Yeti” iría tras ellos. Llevaba 15 minutos caminando sobre la tupida y blanda capa blanca, que ya estaba hasta los mismos “linchis” de la nevada.

 

A la altura del gimnasio de la empinada calle, el autobús 57, se quedó  atrapado por la considerable altura de la nieve, me imagino que el conducto no pudo dejarlo al margen de la acera, por esta ocupada por otro vehiculo, así se quedó hasta el lunes, 11 de enero cuando  se lo llevaron sobre las doce del mediodía.

 

Al día siguiente sábado  día nueve subieron las maquinas quita nieves y no pudieron avanzar por el obstáculo del autobús que estaba estacionado en el centro de la calzada, dejando sin quitar la espesa capa del manto blanco. Con la buena temperatura de un día azul y soleado, la mayoría salimos a disfrutar del momento histórico.

 

Los comercios del barrio, y otras galerías, los que pudieron abrir, se quedaron  rápidamente sin stock, como si no hubiese un mañana.

 

Los grupos de linajes de cientos de familias de los barrios, como  Hortaleza, Vallecas, Moratalaz y la Estrella, hicieron caso omiso  y descuidamos algunos los francos de contagios por el coronavirus. Sacamos nuestros juegos de Esquís y los trineos de plástico, o cualquier artilugio que sirviera para deslizarse sobre la nieve.

 

Tomamos calles, colinas, parques calzadas y autovías, como el caso de la M-30 a la altura del Alcampo de Moratalaz, nos apropiamos  por unas horas de la tranquila vía divisoria del Alfoz, que dejo el temporal de nieve.

 

Impensable el tráfico de personas y animales de compañía unas cuantas horas antes de que “filomena” descargara su furor con nosotros los madrileños.

 

En mi mente recuerdo, el Wapsa escrito como consecuencia de esta crisis de clima y saturación del personas en la sierra de Madrid, semanas pasada, con el corte de la carretera subida a los puertos, como resultado de la aglomeración de vehículos y personas que pensaban pasar  su ocio y disfrute con la nieve de la sierra.

 

Antes que se visualizada el temporal de nieve en la capital, dejándonos horas y horas sin poder avanzar, atrapados en los coches, la leyenda del mensaje decía:

 

“Fijaros los chulos que somos los Madrileños, como no nos dejan subir a la sierra a ver la nieves, la hemos bajado  a la Capital”

 

En la tarde noche, esas persona de los barrios cercano al foro. Quedaron  en el  centro de la capital y se dividieron paseando por las dos aceras de la famosa calle gran vía y  distribuyéndose en dos grupos.

 

Empezaron una batalla campal tirándose unos a otros del otro  lado del pavimento, los proyectiles en forma de bolas de nieve, la lucha se fue alargando y acabo en combate.

 

Las hostilidades pasaron por adueñarse del tranquilo paseo de otros caminantes llegando a intervenir las fuerzas de la Policía Municipal, que los disolvieron.

 

 

El domingo 10, salió por el levante, como siempre  el astro Rey, el amanecer fue cielo azul, claridad absoluta y fuertes los rayos solare. El nevazo fue derritiéndose por la alta temperatura de la bonita estampa invernal de la avanzada jornada.

 

Por la tarde, dos automóviles, una ambulancia y un todo terrero del Samur, subieron por la calzada ululando por las sirenas de los vehículos, al llegar a la altura del bus, creíamos que se encajonaría, pues otro coche estaba en atrapado, no teniendo huecos para su avanzada emergencias.

 

Se dejaron caer hacia atrás sendos autos,  dando marcha atrás, llegaron al corte de la calle,  y subieron por el carril de bajada de la calzada, siempre con las luces y sirenas de emergencias, necesarias para atender la urgencia.

 

El domingo jornada del 11 de enero, gracias al metropolitano de Madrid, que no dejo de funcionar durante el fin de semana, la ciudad no se quedó incomunicada. Subimos calle arriba de la avda, a primera hora, las aceras eran imposibles caminar, lo hicimos en la limpiada calzada, en dirección hacia la  boca del Metro.

 

La fina y esponjosa capa de nieve, por las bajas temperatura de la noche anterior, se convirtió en una peligrosa pista de hielo. A las 8 y 30 llegue a mi destino, Hortaleza. Al salir de las entrañas de la tierra, con la claridad del alba.

 

 

Me encontré con otra realidad, esto estaba peor que mi barrio  vallecano, aquí no pasaron ninguna quita nieve, las bajadas de las calles y aceras eran una trampa de romper huesos. Conforme avanzaba, “Filomena” me enseño su venganza con esta periferia de Madrid.

 

Al pasar el pasillo largo que cruza el parque,  calle Abizanda, donde días atrás jugaban niños, descansaban abuelos,  donde reinaba el Amor y la armonía. Hoy era destrucción.

 

Recorriendo la distancia del paseo, un árbol arrancado de cuajo, por el peso de las nieves, estaba tumbado en el suelo con sus follajes de ramas y el cepellón de tierra en mitad del camino, siendo imposible su tránsito.

 

Me acorde de las imágenes de la calle Fuencarral, con sus arboledas  tirada al suelo, como si fueran despojos, aquí en este barrio los pino, chopos, abetos  y olmos, corrieron las mismas suerte.

 

El entorno de la calle Santa Susana y  Santa Adela, y su rincón de ocio, en la gran explanada del parque, la imagen era blanca el suelo,  encima del manto  semienterradas, estaban todas estas copas y ramas del arbolado.

 

Creía que estaba cruzando un campo de batalla de fuego belicoso, donde en la guerra, muestra su identidad, la destrucción de cualquier ser vivo. Este bosquecillo con una antigüedad de cincuenta años, se convirtió en conflicto de contienda con la tormenta, que nos dejó una estampa de más de cincuenta centímetros de Nieve.

 

Comparada a la última en 1904, en Madrid, con sus cuarenta centímetro de manto blanco, recordándonos la periodista, @almonacid_belen, en Onda Madrid el marte 19 de enero, en su sección de #BuenosDiasPasado. En aquella época también sufrieron los árboles. Las herida algunos se podrán curar, otros el fallecimiento le llegara pronto y dejaran el hueco en la tierra y pasara al olvido, sin recompensa a la inmortalidad.

 Esta vez las iras de los Dioses, se cebaron con las plantas y arbustos, esta parte del inframundo mitológico, no interesa a las autoridades  y sus instituciones, llevando la vista hacia otro lado, y me pregunto que tiene la calle Fuencarral o las del centro que no tenga nuestras calles.

 Los días pasaban la semana se hizo interminable, las bajas temperatura de menos once o doce grados bajo cero, era un aliciente más para que la nieve no se derritiera y un buen abono para las placas de hielos, como la entrante semana.

 Los días 12 y 13 se dispararon las urgencia, por  caídas y resbalo de las persona, las fracturas y roturas de huesos aumentaron, llegaron a decir en algún medio de que tal hospital, se le agotaron las escayola o el yeso, por tanto fragmento de personas   producido por las caídas.

 El jueves catorce, mi compañera sufrió un resbalón en la calle, con resultado de un buen golpe en la espalda, duraron sus dolores varios días, gracias al cielo, que la caída no le rompió ningún hueso.

 Si me gusta este barrio, es porque me recuerda a mi infancia, donde me crie y juegue en los espacios abierto como en hortaleza, las penalidades del ayer fueron mejoras para el hoy,  donde se ven el compañerismo, rinde culto al subsistir del distrito.

 Como hemos visto en varias personas voluntarias, con palas, picos en mano y con  sentido de su deber morar, auxiliando como pudieron  favoreciendo al prójimo, abriendo caminos en los duros hielos de las aceras, restableciendo cuanto antes la vida cotidiana del barrio. No echando más arena a la maquinaria de la civilización  si no aceite para engrasar los engranajes de esta ilustrada cultura.

 Por esto, escribo y  porque he visto aquí vecinos, chavales jóvenes con coraje, limpiando estos días  la  nieve acumulada en los paseos y aceras, cercanos al domicilio y establecimientos, porque no querían estar incomunicados, al calor de cualquier ser humano, ya nos lo quito el covid19, durante tres meses.

 Y es que grandes son sus pequeñas hazañas, así es como el ser humano  se diferencia de los Dioses justicieros, levantando cualquier arrabal hacia la inmortalidad de sus vecinos.

 

 

Enrique Manuel Hidalgo para el País de la Piel de Toro