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domingo, 23 de marzo de 2014

Me fui a la Mierda.


       Me fui a la Mierda




   Madrid 24/4/2013- 917 palabras.


Meterse en camisa de once Varas.

Desde que tengo uso de razón, siempre escuche esta frase, y de adulto también recuerdo que me lo advirtieron. Obediente de mi siempre  la tuve muy presente, a pesar de que alguna que otra vez me metí, en camisa de once varas, al salir más de una vez ileso por la gran suerte que me acompañan, según otros.

Pero que conste que yo nunca quise meterme, ya sabéis lo grande que se queda la camisa, pareciendo un adefesio. No sé como lo hago pero alguna vez que otra, me meten, en la camisa de once varas.

Los que se creen más listos, salen a su debido tiempo. Y joder no sé como lo hacen, que algunas veces, te salpican. Donde se da mucho, en ambientes laborable. Pero esto es otra historia. Lo que importa es el presente.

Fue el día veintiséis de febrero del dos mil trece, nos fuimos a un lugar de la mancha, de cuyo nombre es internacional mente conocido. Se estuvo podando y echando nitrato a los olivos,  para mantenerlo, un olivar familiar.
                                                                           
 Así apareció el Pueblo ese 28/2/2013


Se vio interrumpido el día veintiocho, por una gran nevada, la dura jornada olivarera, se pasó a una placida  tertulia, con varios contertulios del municipio,  exclamando unos a otros, el importante fenómeno meteorológico:  Vaya día que tiene hoy, decían unos.

Esto es muy bueno para los huertos, decían otros, lo que  es bueno es el estiércol (la mierda) que hay en la torre de la iglesia, se escucho, preparando el terreno. No habrá mucha palomina, se limpio hace unos tres años, dijo otro.



Torre vista del  exterior, como se ve hay una considerable altura, y los peldaños son originales de pizarra, calculo que había como tres metros cuadrado de mierda de palomas, más tres sacos que sacamos de cadáveres de palomas, y no se limpio del todo.

Se ordeno limpiar y poner en los huecos telas metálicas, para que no entraran más las aves, la orden vino de patrimonio artístico o bellas artes de la provincia, creí escuchar. Un amigo de mi cuñado, era el encargado de hacer los herrajes, por lo tanto mío también.

 Los dos estuvieron hablando, referente a la huerta  que este año, tenía pensado en hacer, que unas buenas dosis de estiércol (mierda) no, le vendría mal a los tomates u  otras hortalizas, que plantarían.

Se fueron los dos haber la torre por dentro, yo llegue después, quise ver la torre por dentro, ellos ya se habían hecho cargo de la limpieza. Abrí la pequeña puerta metálica del campanario, mi alegre rostro facial, paso a una  sorprendida mal oliente frase típica, en estos casos: “iros a la Mierda”.

Los dos se echaron a reír, diciendo a la vez, el sábado estaremos en ella. Era imposible entra al recinto, la capa de estiércol (Mierda) tapaba  puerta entera. Dentro se encontraba un metro, sesenta centímetros, calcule, de estiércol (llamada “palomina”,) encima finolis, parece que la mierda, suena mal, les dije.
                                       
Interior de la torre iglesia.


El sábado a las ocho de la mañana, con guantes mascarillas y ropa vieja, se estuvo llenado sacos y sacos, centenares de cadáveres en huesos de las palomas, salían de las múltiples capas de la Mierda seca. Habría de un metro   dos  metros cúbicos de mierda, y lo más cojonudo que se hizo gratis.

En  fin, me dije a mi mismo, Enrique míralo por el lado bueno, estas matando Tres pájaros de un tiros, con esto haces, una buena obra para los poderes públicos, Ayuntamiento, la Iglesia y otra para el Pueblo, tendrás la oportunidad  después de treinta años, de subir al campanario.

¡Es imposible que lo limpiaran hace tres años, dije!, como nos quieren hacer ver los viejos, mientras tanto seguíamos llenando sacos y sacos  bajándose y apilado en  larga pared del recinto de la iglesia en  calle, vistas  por los ojos de los parroquianos  para después en su traslado en el lada Niva hacia los distintos huertos. Al medio día se presento el cura, al verlo,  en agradecimiento  con los tres, nos entrego de su bolsillo veinte euros, para que nos tomamos algo a su salud, en 
el bar del pueblo y como obsequió suyo, más tres botellas de vino de misa que lo agradecimos por lo exquisito que estaba para el paladar..

Después de tomar unas instantánea con su móvil, le dije al párroco si me la podía enviar a mí correo electrónico, pero nunca me llegó o se lo olvido de enviarme las fotos. 

Con lo cual no tenemos prueba  de ese acontecimiento y seguro que en años posteriores lo negarán, que mi cuñado Manolo, Agustín el herrero y yo  realizamos un voluntariado al patrimonio provincial, eclesiástico y Municipal, la limpieza total de excrementos y cadáveres de palomas muertas que nos encontramos en las múltiples capas de mierda;


Agustín el herrero después de marcharse el párroco, "nos puntualizó con la coletilla", ¡igualito que el Señor Alcalde! que me dijo: que para eso nos llevábamos la "Palomina".. ya pero yo no tengo huerta les dije a mi cuñado y al Herrero, y tenemos las papeletas  de llevar a casa cualquier virus o enfermedad, producido por este trabajo no remunerado, claro como son del Pepe se creen tener   esclavos todavía y agradecidos...


Supongo que nos lo entrego el Padre, como recompensa de limpiar el trabajo sucio de su Jefe, ya sabéis en el nombre del  Padre del Hijo y el del  Espíritu Santo, tres personas en una, con lo cual, la defecaciones eran por triplicados, esto es la explicación de tanto estiércol (mierda) dentro de la torre...

Comunicándonos el cura que antes de la cinco teníamos que dejar la iglesia  libre, a causa de un sepelio, así se hizo,  saco unas fotografías en su móvil, para enseñárselas a Bellas artes, que eran los responsables del mantenimiento del edificio...

  

Le   entregué mi correo electrónico, diciendo que yo también quería tener ese recuerdo, le dije: ¿quien sabe si el día del mañana, algunos me negarían el sacrificio realizado hoy?. Pues las palabras vuelan y lo escritos permanecen ( Verba volant, scrīpta mānent ) pero no las recibí o no me las envíos, quien sabe si me adivino el pensamiento de dejarlo en la prosperidad literaria.

El lunes día cuatro de marzo, se reanudo otra vez el trabajo, del vaciado del estiércol (mierda)  de la Torre., se fueron sacando los sacos a la calle, a la vista de todos. El lunes era día de mercadillo, se presento el alcalde, le dije: al ver, los ciento treintas sacos de palomina (mierda), más dos llenos de esqueletos de palomas, que hacía por lo menos diez años o más que no se limpiaba la torre.                      
Subida al campanario

Por fin pude subir al campanario, después de limpiar capas y capas de mierdas en los peldaños de pizarra. Arriba se encontraba otras capas de al menos diez centímetros, que mi cuñado y yo nos negamos, ocasionado por el vértigo que nos producía.

El martes día cinco, salimos del pueblo, dirección a Madrid, me esperaba  una Mierda más grande, el  INEM, para sellar mi reciente  estatus social. Con un enorme y molesto dolor de hombros y piernas, preguntándome cuanto tardare en meterme otra vez en camisa de once varas.

 Un Saludo Enrique Hidalgo, para El País de la Piel del Toro
                  


     
La mierda en 65 sacos los otros 65 se lo llevó Agustín.



En la acera se fue acumulando los  más de 150 sacos de estiércol en fila en ambos lados de la escalera con una altura de cuatro saco uno encima de otro.



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