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jueves, 15 de agosto de 2019

El Viejo Olmo

El País de la Piel de Toro

Fotografía tomada en Abril del 2018, ya no se vera este Olmo, solo aquellos que los tengan retratados.






                                                 El Viejo Olmo
                                       
                                                                                                                             14/6/2019




Por fin paso el invierno, ya está aquí la primavera y con ella los viajes al Pueblo y sus alrededores, tengo tantas ganas de pasar por el Milagro, que estos meses se me hizo eterno.

Desde chico me preguntaba por dónde estaba esos Montes de Toledo, pues no lo veía nunca, con toda las veces que mis padres nos llevaba a la ciudad y pasábamos el día en las cercanía del Tajo.

Y ahora los cruzo unas cuantas veces al año, por las Peñas de la Venta Aguilera, allí, se encuentra muy deteriorada el recinto amurallado del castillo del Milagro, queda paso a la ermita que lleva su nombre, para acceder a estos Santos lugares, tenemos que cruzar el rió navegable a caballo del Milagro.

Que da nombre a las aguas de su cauce, desembocando al pantano de la Torre de Abrahán, flanqueado por sus cuatros paredes que antaño era una torre vigía.

Donde se alimentaba de las aguas del riachuelo, en una porción de tierra, en pie se encontraba un olmo negro, con sus ochos nidos de Cigüeñas, en sus ramas.

La primera vez que me fije en él fue esa Semana Santa de mil novecientos ochenta y cuatro, desde ese día, deseando volver a pasar a saludar y contemplar al viejo Olmo.

Sus nidos desafiando la gravedad de la tierra, o como bien pudieron imaginar algún físico, al contemplar la gran masa de entramados palos remendados entre sí, visualizando desde el horizonte.

La cuarta vez me sentí fascinado, contemplarlo desde la carretera, que el viejo olmo seguía en pie, aguantando el peso del nidal refugio de las pesadas aves.

Icono del canal de noticia de televisión de castilla la mancha, como pude ver un día en la baja Extremadura, al mediodía allá por los años noventa, pero ayer nueve de junio, me disguste al no encontrármelo como siempre, seducir al viajero.

El viejo olmo ya dejó de existir, tal vez enfermo y debilito, fatigoso y estresado hasta caer eliminado, de ver pasar tantos y tantos viajantes, el humo de sus automóviles viejo, a lo mejor no pudo resistirlo.

O quizás los siglos o el peso de sus pajareras ya no pudieron aguantar las resistencias de sus gordas ramas, dejando huérfano al principio del embalse. Todo cambia con el paso del tiempo, menos mi Pueblo, en él no se agranda mucho.

En estos cincuenta años que voy y vengo, tan solo cambia sus moradores, canosos

Arrugados por la dichosa vejez, algunos que otro tejado nuevo, y otros que viajaron definitivamente al cortijo de los callados. Qué largo es el recorrido y corto es el paseo.





Enrique Hidalgo para El País de la Piel de Toro

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