El País de la Piel de Toro
Madrid
14/1/2019, 480 palabras
Aquí huele a perro
A primera hora de este
queridísimo lunes, me encuentro barriendo el trozo de acera, correspondiente a
la finca, paro de barrer, para dejar pasar a personas, que van y vienen en ese
momento por la calle.
Detrás va un caballero de
edad avanzada 60/70 años, venía atrás, al cruzarse conmigo, el señor me habla,
diciendo que “esta calle huele a perro,” con el palo de la escoba, me dio gana
de atizarle, pero desisto.
Iba a decirle otra frase como “y a hijo de puta
también”. Antes de articular el musculo bucal, mi inconsciente, me calmo.
Dejándome pensativo por la frase del individuo, podía referirse al local de la
peluquería canina y accesorios, para
mascotas. Seguro que se refirió por este recién negocio en la calle.
Mientras se alejaba, le
observe por si se dará la vuelta a
mirarme. Así fue como este cabronazo, en la mitad de la calle se volvió, al
verme que yo le estaba mirando, volvió la cabeza aceleró el paso, y perdiéndose
por la larga avenida, le perdí de vista, al doblar la bifurcación.
No quise dar
más importancia al asunto, pero lo esporádico a lo casual, a veces te juega
malos entendimientos.
La intuición, me aviso que
hoy podría ser uno de esos días, que ocurren cosas extrañas y peculiares, y así
fue como a las 17,20.
Me encontré el portal abierto, por tratarse de una
mudanza, en el suelo al lado del tranquillo, se encontraba una gran “caca” de
perro, tendría que ser un can grande, advirtiéndole los dueños de los locales,
que estaban abriendo los cierres metálicos de sus negocios.
“Vaya regalo que te
dejaron hoy “y siempre me deja una, la pena es que el dueño, se resbale
y caiga de boca en una de ellas.
Mira que se le llamó la atención al muchacho
del pastor alemán, me dijo uno de los operarios de la mudanza, pero como si le
hablara en chino, el joven guarro, decía
el trabajador.
Entré en la finca, fui al
cuarto de limpieza, cogí una bolsa negra destinada a la basura, me la puse de
guante y la recogí, lo más rápido posible, baldeando con agua los alrededores.
Ya tenía experiencia en otras situaciones, cuando algunos vecinos las pisaban llevándose
los restos al interior de la casa manchando la alfombra.
Todo hay que decirlo
me dio asco, pero ante que la pisaran otros transeúntes y resbalaran y cayeran
por culpa de este indeseado ciudadano.
Hice tripa corazón y me cague en la
leche que le dieron a este hijo de puta, acordándome de todos sus seres
queridos, por engendrar un elemento como él.
El lunes había más que empezado, no fue tan tranquilo
como yo esperaba, en mi conmemoración del mi primer quinquenio en la empresa de
servicios.
Enrique Hidalgo para el País
de la Piel de Toro
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