Un Redactio más

sábado, 15 de agosto de 2020

Un poco de Civismo, por favor

El País de la Piel de Toro



                                                    Madrid 26/2/2019
                                                    587 palabras


                             Un poco de Civismo, por favor.


La semana no empezó bien, como  vaticinaba el horóscopo  de hoy. Entre las 10 o 10,30 de este lunes, recibí una llamada telefónica, citándome en un despacho de la fiscalía, para unas declaraciones.

Por la tarde, esperando el bus en la marquesina de la parada, se saltaron el orden de la fila algunos jovenzuelos, al entrar en el autocar, unas niñas quinceañeras, estaban sentadas en el compartimento de asiento de cuatro.
Dos mirando hacia el frentes, dirección al conductor, y las otra  mirando al fondo del autobús, dirección al motor del auto, con los zapatos de los pies, pisando el asiento.

Antes de sentarme, enfrente, en el lado opuesto al de ellas, con un acto de civismo, les dije a las chavalas: “que si en su casa, hacían lo mismo, pisando el sofá, con los zapatos de la calle”.

Respondiendo una de ellas la más descarada; incluso  comían pipas, ante la respuesta. Mi acompañante, una mujer de estatura mediana, rondando los cincuenta años, viajera como yo.

En un gesto de asombro, frunciendo el ceño, cuchicheando con su acompañante, se refirió lo déspota que era la juventud.

 La corregí en su bisbiseo, alegando falta de enseñanza, culpando a sus padres o tutores.

Responsabilizándose de sus faltas de educación, continúe: pues son ellos, los jóvenes son  los espejos de los que ven en sus casas, con algunos comportamientos incívicos.

Seguí leyendo mi interesante libro, hasta el final del recorrido del vehículo. En el viaje de vuelta, subió en la parada anterior, a la mía,  mi amigo, Miguel Ángel.

Le comente la experiencia del itinerario anterior, “mano dura “lo que  falta, me dijo. Quedándose dos meses para su jubilación. Le increpe: toma la vida con más tranquilidad, “no se puede pedir peras al Olmo”, le respondí.

Y la juventud no tiene que ser juzgada por el comportamiento de una mala enseñanza. Al día siguiente, después de mi jornada matinal. Volví a subir en el transporte público, según iba avanzando por el estrecho y largo pasillo del ómnibus.

Pendiente de un asiento libre, en el mismo compartimento de cuatros sillones, sentada con las piernas flexionadas y apoyando los pies, con sus zapatos, el borde del asiento, se sentaba una chica quinceañera.

Al ver su postura, la recrimina e su forma de viajar, sentándome otra vez en el lado opuesto en un asiento libre, en compañía de otra mujer de mediana edad.
La niña ni se inmuto, siguió escuchando música en sus cascos en su postura. Pensé que no lo escucho, al sentarme abrir mi libro, desconectando del Mundo Real.

Acto seguido mi nueva acompañante, amonestó a la muchacha, diciéndole: “Si  es que no le hacía asco a la queja del caballero”. A la que la respondieron en los asientos de atrás, dos mujeres de la misma edad, madre y tía de la zagala.

Sermoneando e insultando a la pobre mujer, puesto que la chiquilla estaba en esa postura, por un agudo dolor de ovarios, no quise entrar en polémica y menos en discusiones con mujeres.

Ya tenía alguna que otra experiencia negativa con las féminas, preguntándome si era o no una estrategia de la doncella, para salirse con la suya, según  va avanzando el autobús. La trifulca se iba apaciguando.

Hasta que un nuevo viajero reclamo el asiento, “arrugando el entrecejo”, como diciendo por lo bajini, y ahora yo tengo que ensuciarme mi pantalón, por su mala formación educativa del Civismo.



Enrique Hidalgo Para el País de la Piel de toro

No hay comentarios:

Publicar un comentario

dejen cualquier comentario. les responderé en cuanto me sea posible, gracias.