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lunes, 15 de febrero de 2021

La Carta

El País de la Piel de Toro   



                                                     La carta, 759 palabras

 

                                   Madrid 25 enero 2019

 

Ya venía la circular con retraso, ese miércoles, Juan, el cartero llevaba el tercer intento de entrega al titular de la misiva, para un vecino de la comunidad. No entregándola en su debido tiempo por la ausencia del titular.

Para facilitarle la recogida al residente y a Juan, me hice cargo del certificado, dando mis datos personales, y firmando la entrega  como que me hacía yo cargo. Teresa, la estaba esperando como “lluvia en Mayo” la remitía el ayuntamiento de Benidorm, un asunto de impuestos, de la comunidad Valenciana.

Así que al día siguiente, como quede con juan el cartero, se me entrega. A tenerla en mano, como obligación escribí en el sobre con el bolígrafo, la fecha/hora que fue recogida.

Me dirigí por el ancho pasillo central, al ala izquierda, donde se encuentra los buzones de correos de  la comunidad destinado a satisfacer la necesidad privada del repartidor de epístola del vecindario.

Busque el compartimento de Teresa, me asegure tres veces que la echaba en casillero, nombre y apellido, piso, introduciéndola en la casilla correspondiente a ese  día 2 de enero 2019, a las 11 hora/mañana.

A ser una persona en avanzada edad, le facilite todo lo que en mi mano estaba, al día siguiente jueves 3 de enero, me cruce con ella al mediodía en el vestíbulo, después darnos los buenos días,

La recordé que en su receptáculo estaba la carta que esperaba desde ayer. Abrió el buzón delante de mí, ya se encontraba vacío, por la cara de extrañeza de la señora y mía.

Allí no había nada, ni rastro de la misiva y entre en confusión, relatándome que era muy importante, la pregunte si ayer tarde abrió el casillero, la buena señora me respondió que “no”.

Ya me empecé a mosquear, mi cabeza no paraba de visualizarme imágenes del día anterior, a no tener mucha memoria fotográfica, empecé a ponerme nervioso.

Tal vez, lo metí en otro compartimentos, por error, mire las casillas contiguas e incluso saque las cartas de dentro, con ayuda de una pecha metálica.   Devolviéndolas la que no estaban dirigidas a la atestiguarte dama.

“no quería hacer más olas en aguas tranquilas” pero estaba súper acojonado, si se enteraba mi supervisora o los altos cargos de la empresa.

Al entra otra vez a la finca la candorosa mujer, la pregunte que la reclamara a la institución correspondiente, me contesto que no savia en que órgano administrativo se tenía que dirigir, poniendo más arena en la maquinaria.

En ese momento se acercó Pascual a la sección, contándole la preocupación que llevaba por la pérdida del manuscrito, que perdió el conserje.

Pero un gesto malévolo vi en su rostro dirigiéndose a Pascual y guiñándole un ojo. Receloso al ver su gesto, me llevo por otro lado mi sospecha.

Le sobraba picardía a la senil anciana,  “ya me decían que algunas personas octogenarias demoraban mucha sagacidad y astucia con empleados a cuenta ajena”. Pero no me lo podía creer, que me estaba gastando una broma macabra.

Esa noche en casa, dándole vuelta con la desaparición del escrito, no pude conciliar el sueño. Al día siguiente, a mi entrada al trabajo, la llame por el teléfono interior, explicándola lo que iba hacer.

Como en la urbanización, están conectadas al circuito cerrado las cámaras de vigilancia, una de ellas enfoca los buzones de correos, voy a ir a la policía, a denunciar el robo del documento.

Necesito su número de identidad. No me dejo de terminar, alegando que la correspondencia, la tenía encima de la mesa del salón y que no se dio cuenta a ser un sobre normal, no lo hizo caso.

Os imagináis mi irritación, podéis imaginaros, como está uno cuanto, un poquito de poquito, tuve que tomar  en septiembre una difícil decisión, hablar con mis jefes y pedir traslado a otra comunidad.

La vida sigue siendo de dura e injusta con aquellas personas, que depende de otras persona, como la de Teresa, quiero pensar una acción picara.

Pero el susto de estos tres días, que me lleve, prometiendo que no volvería a recoger cualquier carta que viniera certificada. Pero mi experta profesión, eficaz y  competente   en mi día a día, la balanza del bien pesa más que estas persona, que no saben que el tiempo de su ocio puede ser perjudicial para  otras persona.

Recogiendo dos cartas certificada de dos vecino, su remitente era dos hospitales diferente, quizás sean una prueba muy urgente a realizar y no hay tiempo de perder.

 

Enrique Manuel Hidalgo para el País de la Piel de Toro

 

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