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lunes, 1 de agosto de 2022

La Escalera

El País de la Piel de Toro   
Catedral de Salamanca


                              Madrid 19 / 9 / 2021

                               786 palabras

 

 Ayer estuve en Salamanca, entramos en la catedral, no era la primera vez que visito la  ciudad, anteriormente fue en 1985, ya por aquel año me cautivo su encanto arquitectónico.

Sus monumentos, y su ambiente universitario. Transformándola en diversas enseñanzas para la prosperidad. Pasado, presente y futuro.

Al pasar por el pasillo que se acede a la catedral vieja desde la nueva, me fije en las grandes puertas de madera, por donde se acede al recinto desde otro punto de la plaza, estaban cerradas, las grandes hojas, pero apoyada en el batiente  se encontraba una escalera metálica de varios peldaños, descansando en el postigo.

Me recordó a Led Zeppelin y “su escalera hacia el cielo “. Me dieron ganas de abrirla y subir por los peldaños, pero con la mala suerte que tengo con   las grada desistí al momento, recordándome en años pasado mi experiencia y caídas con este artilugio de mal agüero.  

La primera vez fue hace cinco años,  con una escala de hierro fundido, que la apoye en el tronco del naranjo, que tenemos en el patio, iba a recoger su fruto del árbol, con la mala suerte que resbalo la escalera, según iba subiendo, el trastazo fue morrocotudo.

Dos años después hice la misma operación de  recolectar el producto, una vez que estaba en lo alto, la puta escalera, resbalo, cayéndome hacia el suelo, con el golpe que me di, me costaba el respirar, llevándome al hospital cercano, por si hubiese alguna rotura, por suerte, no tuve más que contusiones y magulladuras por todo el cuerpo.

Los dolores desaparecieron a los 15 o veinte días, como me dijeron los facultativos. Y la más grave fue este mes de agosto, que se compró una nueva escalera de aluminio, abatible, de esas que están plegadas, y por u sistemas de muelle y palanca, se van haciendo cada vez más larga.

La arme con la intención de subir a la buhardilla, cuando estaba a punto de llegar al piso superior, la muy puta se fue resbalando hacia abajo, con la mala suerte que rompió la gran ventana del tragaluz, con los borde metálicos el vidrio rompió.

La vidríela se fue desasiendo convirtiéndola en agudos y peligrosos cristales, según iban tropezando la gradería, me acorde de como Pedro nos contó  una historia, narro como se decapito un vecino del portal  contiguo, saliendo el, a la calle tropezó con los escalones, con la mala suerte de tropezar y meter la cabeza en la gran vidriera del hall, desprendiéndose los témpano con el resultado de sesionar el cuello y morir, rodando la cabeza hacia el portal.

La verdad, es qué me asusté mucho, fueron decimas de segundos cuando me vino a las mentes esta situación, me entristecía mucho el panorama que se encontraría mi mujer, cuando llegara a casa.

Finalmente los saliente de la escalera, pararon en el alfeizar  de la claraboya, tirándome hacia los desparramados cristales roto de la  luna, al caer encima, vi el hueco del ventanal, con los grandes Carámbano puntiagudos amarrado al cerco y pegados a la silicona, que es lo que me salvo.

Recibí el  brazo izquierdo un corte que me levanto la piel, por suerte no llego a ninguna vena, en la pantorrilla, también recibí un fuerte golpe, que hoy en día esta encostrada, y en la palma de la mano izquierda se me incrusto un pequeño fragmento de cristal, de tamaño de una chinita.

Es como cosa de los demonios, no me puedo explicar cómo tengo accidentes tan a menudo, puede ser que mi vida en esta tierra al maligno no le hiciera mucha gracia mi nacimiento.

Como termine ayer de leer “Sexo en los Conventos”, donde ya en los siglos XIV y XV, el demonio puteaban a los recién nacidos para que no nacieran enrollándolos el cordón umbilical en el cuello.

Actos que me contaron mis padres al nacer, que venía con liado  el cordón con dos vuelta, y que las pase canutas, de eso no me acuerdo, pero mi progenitores, sí, debo de agradecer a mi Serafín de la guarda, mi gran protección, ya que estado puesto en varios peligros, y puede salir ileso.

En cuanto a la caída de la escalera, pudiera ser que no tenga el mismo equilibrio como cualquiera persona en este mundo.

Pues en una prueba con Scanner la década pasada me detestaron un Quiste en el cerebelo, que me acompaño desde los primero días de mi nacimiento. Por eso notaba yo hace tiempo la falta de equilibrio. Pero qué le vamos hacer, como decían Jack Lemmon creo recordar en la película “con Falda y a lo Loco”,  ¡Nadie es perfecto ¡  

Enrique Manuel Hidalgo para el País de la Piel de Toro

 

 

 

 

 


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