Catedral de Salamanca |
Madrid 19 / 9 / 2021
786 palabras
Ayer estuve en Salamanca, entramos en la
catedral, no era la primera vez que visito la
ciudad, anteriormente fue en 1985, ya por aquel año me cautivo su
encanto arquitectónico.
Sus monumentos,
y su ambiente universitario. Transformándola en diversas enseñanzas para la prosperidad.
Pasado, presente y futuro.
Al pasar
por el pasillo que se acede a la catedral vieja desde la nueva, me fije en las
grandes puertas de madera, por donde se acede al recinto desde otro punto de la
plaza, estaban cerradas, las grandes hojas, pero apoyada en el batiente
se encontraba una escalera metálica de varios peldaños, descansando en
el postigo.
Me recordó
a Led Zeppelin y “su escalera hacia el cielo “. Me dieron ganas de abrirla y subir por los peldaños, pero con la mala suerte que tengo con las grada desistí al momento, recordándome en
años pasado mi experiencia y caídas con este artilugio de mal agüero.
La primera
vez fue hace cinco años, con una escala
de hierro fundido, que la apoye en el tronco del naranjo, que tenemos en el
patio, iba a recoger su fruto del árbol, con la mala suerte que resbalo la
escalera, según iba subiendo, el trastazo fue morrocotudo.
Dos años
después hice la misma operación de recolectar
el producto, una vez que estaba en lo alto, la puta escalera, resbalo, cayéndome
hacia el suelo, con el golpe que me di, me costaba el respirar, llevándome al
hospital cercano, por si hubiese alguna rotura, por suerte, no tuve más que contusiones
y magulladuras por todo el cuerpo.
Los dolores
desaparecieron a los 15 o veinte días, como me dijeron los facultativos. Y la
más grave fue este mes de agosto, que se compró una nueva escalera de aluminio,
abatible, de esas que están plegadas, y por u sistemas de muelle y palanca, se
van haciendo cada vez más larga.
La arme
con la intención de subir a la buhardilla, cuando estaba a punto de llegar al
piso superior, la muy puta se fue resbalando hacia abajo, con la mala suerte
que rompió la gran ventana del tragaluz, con los borde metálicos el vidrio rompió.
La vidríela
se fue desasiendo convirtiéndola en agudos y peligrosos cristales, según iban
tropezando la gradería, me acorde de como Pedro nos contó una historia, narro como se decapito un vecino
del portal contiguo, saliendo el, a la
calle tropezó con los escalones, con la mala suerte de tropezar y meter la
cabeza en la gran vidriera del hall, desprendiéndose los témpano con el resultado de sesionar el cuello y morir, rodando la
cabeza hacia el portal.
La verdad,
es qué me asusté mucho, fueron decimas de segundos cuando me vino a las mentes
esta situación, me entristecía mucho el panorama que se encontraría mi mujer,
cuando llegara a casa.
Finalmente
los saliente de la escalera, pararon en el alfeizar de la claraboya,
tirándome hacia los desparramados cristales roto de la luna, al caer encima, vi el hueco del
ventanal, con los grandes Carámbano
puntiagudos amarrado al cerco y pegados a la silicona, que es lo que me salvo.
Recibí
el brazo izquierdo un corte que me
levanto la piel, por suerte no llego a ninguna vena, en la pantorrilla, también
recibí un fuerte golpe, que hoy en día esta encostrada, y en la palma de la
mano izquierda se me incrusto un pequeño fragmento de cristal, de tamaño de una
chinita.
Es como
cosa de los demonios, no me puedo explicar cómo tengo accidentes tan a menudo,
puede ser que mi vida en esta tierra al maligno no le hiciera mucha gracia mi
nacimiento.
Como
termine ayer de leer “Sexo en los Conventos”, donde ya en los siglos XIV y XV,
el demonio puteaban a los recién nacidos para que no nacieran enrollándolos el cordón
umbilical en el cuello.
Actos
que me contaron mis padres al nacer, que venía con liado el cordón con dos vuelta, y que las pase
canutas, de eso no me acuerdo, pero mi progenitores, sí, debo de agradecer a mi
Serafín de la guarda, mi gran protección, ya que estado puesto en varios
peligros, y puede salir ileso.
En
cuanto a la caída de la escalera, pudiera ser que no tenga el mismo equilibrio
como cualquiera persona en este mundo.
Pues
en una prueba con Scanner la década pasada me detestaron un Quiste en el
cerebelo, que me acompaño desde los primero días de mi nacimiento. Por eso
notaba yo hace tiempo la falta de equilibrio. Pero qué le vamos hacer, como decían
Jack Lemmon creo recordar en la película “con Falda y a lo Loco”, ¡Nadie es perfecto ¡
Enrique
Manuel Hidalgo para el País de la Piel de Toro
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