Madrid 26/5/2023
El Síncope
Son las 8,15 de la mañana de aquel viernes veintiséis de mayo, el cielo sigue encapotado desde la tarde noche de ayer, con el resultado de unas beneficiosas lluvias, caída en la ciudad, el autobús me deja frente a la estación del metro, en su recorrido habitual, cruzó la calle y me adentro en las entrañas del inframundo metropolitano, en el andén espero cinco minutos a la espera del siguiente convoy, el coche abre sus anchas puertas del penúltimo vagón entrando en el, hoy tengo suerte varios asientos están vacíos, no ahí casi apenas viajeros en este tren debió ser, que el anterior se montaron la mayoría. Tomó asiento y desde mi perspectiva visualizo un caballero tumbado a lo largo, obstruyendo una de las puerta del vagón, ante la invisibilidad de los demás viajeros, pensé en un principio aquel Paupérrimo estaba finado pues no sé movió en todo el trayecto de la línea, entre las estación de Miguel Hernández, y Pinar de Chamartín, donde, cogí el ferrocarril, que va bajo la superficie de tierra, y que ya el mendigo estaba en esa postura de tumbado. Le observé y no vi movimiento ninguno en sus extremidades ni cambio de postura alguna durante ese tiempo que duró el trayecto de una hora, hasta que llegó el tren a su destino. A los quince minutos cogí el móvil, abrí la aplicación de Twitter y busqué el muro del metro de Madrid y le mandé un mensaje privado. " Buenos días en el tren de las 7,35 de la línea 1, en el penúltimo vagón se encuentra un indigente echado en el suelo sin moverse".
A la 7,38, metro de Madrid responde con el siguiente mensaje, " que le indique el número de coche". Me levanté y fui hasta el final del vagón en la pared frontal se encuentra una placa metálica con el número de coche, lo escribo y al mendigo le hago una fotografía y se la envío a metro a las 8,08 y a las 8,14 me responden dándome las gracias y trasladan el aviso a su personal de seguridad de la compañía. Cuando llegamos al destino al final de la línea, en la estación de Pinar de Chamartín a las 8,27, vuelvo a escribir un mensaje directo y les comento que varios viajeros entre ello me incluyó, llámanos a una empleada de seguridad de la empresa y acercándose rápidamente se arrodilló ante el cuerpo inerte de indigente zarandeando varias veces, hasta que el individuo en un sobre salto se incorporó confundido y desorientado, mientras que los demás viajeros montamos en otro tren del andén de enfrente para el trasbordo de la línea 4, para mi próximo destino. Todo quedó en una triste anécdota pero a su vez, un nueva historia de pobreza desventurada de escasez de atención primordial de las necesidades que los más débiles o lo más fuerte según se mide, pues todos estamos dentro del círculo de la supervivencia a esta vida de avaricia y mezquindad por vivir sin compasión con la mayoría de los casos, empobreciendo nuestras limitaciones quizás, por un mala suerte o golpe que te da la vida en alguna situación anómala de pérdida de tus ingresos o enfermedades que no eres capaz de superar y que te llevan a caer en lo más bajo perdiendo toda la autoestima que precisa en seguir hacia adelante en esta jungla del asfalto.
Enrique Manuel Hidalgo para el país de la piel de toro.