El País de la Piel de Toro
Madrid 7 de marzo
de 2019
Encerradas
Eran
las 13,45 del mediodía ya estaba preparándome para la salida, en ese momento
vino hacia mí, Jorge, el operario de mantenimiento de los ascensores de la
empresa, quería conversación, su trabajo fue realizado con éxito. Se despedía
hasta el próximo mes. Cuando se apareció por la finca una mujer de edad, entre sesenta a setenta años, pelo
castaño y con mechas tirando a rubio, peinado de peluquería y con nariz
aguileña, cara redondita y juvenil para su edad, con abrigo de lana negro, de
los llamados tres cuartos. Entro por la puerta de forja acristalada.
Comunicándonos que en el piso sexto de la letra H, en la torre izquierda, se encontraba
unas chicas encerradas en la terraza sin poder salir de ella, y que avisaran
por favor al conserje. Llevando más de quince minutos fuera, era una suerte que
la señora se pasara por el patio interior. Como después Mirian la dueña se lo
trasmitió al bedel. Ante de que Manuel el encargado subiera con las llaves.
Llamo por la centralita al piso afectado, verificando y cerciorarse de que no
era una farsa alarma. Manuel se fue a la vivienda destinada al fámulo donde se
encontraba la caja fuerte destinadas a las llaves de las piso. Su escasa
memoria no le permitía recordar la clave, tuvo que echar mano de su inseparable
libreta de tapas rojas, donde él anotaba sus apuntes y consultaba a diario sus
tareas de mantenimiento y limpieza de la inmueble. Al teclear la clave se
acordó de que dos días antes al suceso Mirian le entrego una copia de llaves,
sin que él se la pidiera, aclarándole que su uso seria para una emergencia,
como la que estaba a punto de realizar. Al tener el juego de llaves, Manuel, se
fue a la torre Izquierda, llamo al ascensor que estaba en el cuarto piso
parado, espero a que bajara, entro en el habitáculo, no hacia ni un mes que se
cambió el viejo por el nuevo, en la botonera pulsó el piso sexto, y subió, en
el rellano del piso estaba Jorge, el operario de los ascensores, no quiso
marchar sin ante auxiliar a los dueños de la vivienda. Abrimos la puerta
brindada, de enfrente se veía por las puestas correderas acristalada, a dos
mujeres, las dos embarazadas, Mirian que está a punto de salir de cuenta y otra
compañera, con su abdomen más redondeado y poco abultado. Allí estaban las dos
mujeres atrapadas en la terraza a la intemperie, menos mal que hoy no hacía
mucho frió. Jorge y yo nos sorprendió en verla en tan avanzado estado de
gestación, con cara de susto, no parara de darnos las gracia por la eficacia y
rapidez, a lo que yo le dije que se la diera a la señora que nos avisó, fue
ella, pues por el patio no suelen pasar muchas visitas a esas horas. Mirian se
quedó en sus casa y su amiga, bajo con nosotros en el ascensos, y aclarando que
ya se le había pasado la hora del aparcamiento regulado en la zona, exponiendo y pidiendo al todopoderoso que Mirian no se
pusiera de parto en esa situación tan rocambolesca. Salió tan rápido de la
finca urbana sin podernos despedirnos. Días después bajo Mirian y me aclaro,
que al salir a la terraza pues Asún, su amiga salió a fumar, y por no dejarla
sola, Salí yo también, a cerrar la puerta acristalada, para que no entraran
bichitos a Salón, y se la cerradura antigua de la puerta, ya no la pudimos
abrirla, dándome otra vez la gracias.
Un saludo de Enrique Hidalgo para el país de la piel del Toro