El País de la Piel de Toro
Madrid
25/8/2013
El
esqueje.
Hoy
nueve de junio, podé un alto rosal, guarde dos mitades del largo
tronco, con la intención de sembrarlo, uno de ello lo enterré a
pocos metros del actual rosal, el otro, me lo lleve a casa con la
intención de hacer lo mismo, plantarlo en una maceta, cuando llegara
el tiempo, pues me dijeron que no me agarraría.
Se
metió el segundo esqueje, en un vaso con agua, a la espera de echar
unas pequeñas raíces, como ocurre con otros tallos de planta.
Este
tallo o esqueje se corto, un caluroso día, nueve de junio del dos
mil trece.
Marchitándose
su oloroso fruto pasado como es la rosa, quiero tener de cerca este
aroma, irresistible, su fragancia me hace olvidar lo agotador, que
puede ser una jornada laboral.
Después
de introducirlo en un recipiente con agua, esperando una época menos
calurosa, como puede ser noviembre o diciembre, el día veintisiete
de junio, observe como un saliente del tallo, intentaba salir una
pequeña hoja.
Según
pasaba los días, creció, produciendo un pequeño capullo, en su
interior, se escondía una atractiva rosa roja, que el diez y siete
de julio. No llego abrir del todo. Mi curiosidad, me invito a escribir en este redatío, y después desarrolle este breve relato, ¿ quien sabe
para qué?.
Me
quede fascinado como un trozo de ser vegetal, se trasformaba, parte
de él, como la lagartija cuando pierde su cola, nace otra nueva.
Luchando por el sobrevivir a un habita lleno de peligros, demostrando
que la única manera de vivir, es el apego a la belleza.
Amor,
por seguir existiendo, en este mundo irracional que los seres
humanos, nos encabezamos en buscar más allá de lo irracional. La
natural supervivencia en una estación, que no es la apropiada,
quedando demostrado, que sus espinosa armadura.
Escondía
su armas, tesoros más preciado como la rosa color grana, símbolo
de la unión, el progreso y la libertad de nacer en cualquier estado,
por muy lejos que este su tierra.