El País de la Piel de Toro
Vivir con una bomba de relojería
Representación de Ángeles de la Guarda, en la actuación de #laluchadeiker |
Vivir con una bomba de relojería
3 Junio de 2019 / 795 palabras
El
pasado 24 de Mayo, el plan era no salir de casa, a eso de las nueve de la
noche, encendimos el horno, para que cogiera temperatura, pues la Pizza, la sacamos de la nevera, con la intención
de cenar, y algo de picar.
A los
quince minutos, un fuerte olor a cable
quemado nos alertó, corrimos rápido ala cocina desde el salón, dentro del horno, se
visualizaba un poco llamarada no normal, arriba, en el habitáculo metálico
cuadrado, en la parte superior donde se
encuentra los conductos de las resistencias.
Dejo de
ver el fuego, tras el cristal del aparato, automáticamente apagamos el contacto de corriente y luz del
crematorio, por medio de los botones del electrodoméstico afectado.
Dejando
un sonido chisporroteando eléctrico, nos extrañó que el diferencial eléctrico,
no detectara el posible cortocircuito, saltando el automático correspondiente,
detectando la posible avería, alguien dijo: otro electrodoméstico que murió,
que pena, fue tan joven, que no supimos apreciarlo,
en todo estos dos años de vida.
Echando
la posible culpa a la anterior limpieza del habitáculo. Después de la ablución,
se utilizó varias veces, y siguió funcionando, no lleva ni dos años.
Se busca
la garantía, no encontramos los papeles correspondientes, esto sí que es un
misterio de cuarto milenio. Así que el lunes bajaremos a la tienda, a la hora,
cambiamos de idea, y decidimos irnos al Corte ingles de Méndez Álvaro, antes de
votar, en las elecciones al parlamentos y municipales.
Veinte
minutos después llegamos al Híper, como nos urgía, fuimos allá, nos atendieron fabulosamente, lo
que más nos apresurada la entrega, si es o no, la fecha que nos interesa desde
hoy domingo día 26 de Mayo.
El comercial,
nos dice que lo tendríamos el jueves día 30 de Mayo, nos sedujo la adjudicación,
lo encargamos, se pagó con la tarjeta del establecimiento.
Coincidiendo
mi mujer y yo, que al final es el Corte Ingles, quien mejor nos solventa
nuestras necesidades y problemas del menaje del hogar.
A las
15 horas de ese jueves 30 de mayo, llaman al telefonillo individual de nuestra
vivienda, es el instalador con el recién adquirido horno nuevo. Desatornilla el
viejo del hueco de la encimera, cuando saco el electrodoméstico, se fijó en los
cables quemado y al moverlo empezó otra vez el chipoteo.
Desenchufándolo
del enchufe con fuerte tirón de los cables, dejándolo libre de la red eléctrica,
el defectuoso aparato. Y no dejando de
hablar de que nosotros teníamos un Santo, aquí en la casa, repitiéndolo en
varias ocasiones.
( Yo no lo hubiese hecho peor la instalación, eso que no soy manitas, pero el montaje lo hubiese desarrollado, como el especialista del Corte Ingles, la instalación mala, correspondía a los dos cables encintados, uno con otro ( horno y Cristal gas) antes de la clavija, una vez encintado atornillado a la clavija, ahora pienso que si, el cabrón, quiso acernos una putada, quemándonos el piso).
En ese
momento mi mente se fue al número 17 de
la Avda. de Pablo Neruda, con la explosión Gas que tuvo lugar en el piso trece
del barrio, el operario me estaba describiendo, lo que podía haber sucedido,
con la fatídica chapuza que nos realizó el anterior montador del horno.
De esta
manera el cabrón jugo con nuestra seguridad y la del bloque de vecino, pues a
escasos centímetros del enchufe pasa la tubería del gas, que alimenta a la
placa.
Dio la casualidad, que los cables se apagaron, no
llegando hacer llamarada, quemando la madera de la encimera o el mueble, no ardió,
menos mal.
Otra vez repitió lo del Santo
en casa, y que fotografiara los desperfectos para enseñárselo a los de la
tienda, que nos suministró el aparato, Electrodomésticos Martín... (Lo pongo en puntos suspensivos, para no dar pista del establecimiento, aunque,
ellos si tendrían responsabilidad alguna, por mandarnos a un buen cliente, este nefasto
montador).
¿Un Santo?,
no lo sé, me respondí mentalmente, pero un Ángelde la guardia, sí, ya me saco de varios apuros, sigue estando donde siempre
a mi lado y retrocedí en el tiempo, años 1989.
Cuando
volcamos con el Lada Samara, en una curva, limitación a 30 k/h con un cambio rasante, en la misma curva después de
un kilómetro de la carretera recta, a una velocidad entre 90 o 100 k/h. la
suerte fue que la noche anterior estuvo lloviendo sin parrar, empapando bien la
comarca.
Convirtiendo
el pavimento en barro, que fue el que nos hizo frenar en el terraplén, quedando
empotrado el vehículo de culo, ese día pensé, en el Ángel de la Guardia, el mensajero vino a verme y actuó con buena
voluntad, protegiendo a mi chica y a mí.
Gracia
Siempre mí Espíritu Celeste.
Enrique
Hidalgo para El País de la Piel de Toro
Esta es la clavija adecuada para el enchufe del horno y la placa del gas, y resto del cable apreciándose la un trozo de la cinta aislante blanca. |