El País de la piel del toro
Madrid 27/4/2013.
No
era una broma.
Esta soledad me invita ojear el álbum de
fotografía. Mirando esta foto, me recordó años atrás esta anécdota, ocurrida
por los años 1999 al 2001.años de juventud, días 14 al 15 de agosto, celebridad
de la fiesta de San Roque
Mi hijo, protagonista de esta alegre
historia, de unos cinco o seis años, de aquellos felices días truncados, por
una mala tarde, comedia real. Escenario, ambulatorio local rural.
Los tres llegamos tres días antes del 15 de agosto, los abuelos, nos
esperaban con ganas de vernos. Días antes estuvieron otros nietos, jugando con
varios gatitos. Unos de ellos era un provocador, no quería más que jugar, hasta
cansado se escondía.
Lo encontramos camuflado en la persiana del
comedor, mi hijo solo quería cogerlo, pero el gatito hizo lo posible para librarse de él, con la
mala suerte que los finos colmillo se agarraron a su jovencita oreja, la madre bruscamente le retiro el gatito, con la mala
suerte que todavía no la soltó la oreja,
le rajo un poquito, que se vio un pequeño reguero de sangre.
Asuntándose más la madre que el hijo, cogió
al muchacho lo metió en el coche y nos fuimos tan rápido como pudimos al centro
de salud. Los abuelos quiso tranquilizarla, y yo pero ella tenía presente años
atrás de su pequeña sobrina, que por el lamido de un gato estuvo bastante
enferma.
La fúnebre cara del niño, nos llamo mucho la atención,
horas después descubrimos en tan asustada impresión. El primito tres años más que
él le iba diciendo, que seguramente le tenían que cortarle la oreja.
A las ocho de la tarde, llegamos, se bajaron,
yo me quede buscando sitio para aparcar, varios minutos después en el Zaguán
del ambulatorio. Me encontré a la madre rodeada de los tres sanitarios, con
equipos y maletines de urgencias.
No me salía palabra del acantonamiento que
tenia al ver aquella imagen. Me paralizo los pies y llego hasta la cabeza, solo
me respondió mi garganta, “Anda Ya” cuando escuche la atónita voz de mi Mujer,
diciendo que le hacían encargada del ambulatorio hasta que ellos vinieran.
Los cuatros sanitarios, conductor, enfermera,
auxiliar y medico se marchaban a una urgencias a la finca de Palacio. Joder
¡no! Exclame, menudo susto se va a llevar los abuelos cuando la ambulancia pase
con la sirena por delante de su puerta.
La casualidad quiso también que el hospital
también estuviera en esa dirección. A mí me dio por mirar por todo los sitio,
buscando algún tipo de cámara oculta, esto no podía ser real, mi padre me
comento el día anterior, que inauguraron meses antes, la televisión local (CB).
Me vino a la memoria parte de la película “
to el Mundo es Bueno” de Manuel summers. Desde que la vi, las televisiones no
paraban de hacer cámaras ocultas y bromas. Mientras tanto, explicaban a la
madre el funcionamiento de la centralita.
Una voz amplificada, se escuchaba desde la
centralita, se escucho en dos ocasiones: ¿Que pasa Venís, o qué? En la última
escucha se fueron los cuatro sanitarios, en un momento el médico se dirigió a
mi mujer diciendo; no te compliques si
el caso es muy urgente, llamas a la Guardia Civil.
Mi intención era buscar la cámara oculta, le
aseguraba a mi esposa que esto no podía estar pasando, esto es fruto de una
broma, no ves que somos forasteros, a qué cabeza cabe dejarnos un ambulatorio,
con estos años, llenos de sinvergüenzas.
Seguí con lo mío, imaginando las risotadas,
en cada rincón observado. No encontré nada ni por debajo ni por arriba, solo se
interrumpió mi búsqueda, un paciente a los quince minutos, con fuerte dolor de
cabeza.
Le respondimos lo que ocurrió con los
médicos, si han ido a la finca estarán por lo menos en una hora, sin venir, ya
vendré luego, y se marcho. Ya deje de hacer el tonto, en buscar la cámara
oculta, salí puse el coche en la puerta, con la intención de salir lo más
rápido posible al hospital, en caso de una urgencia más grave, si fuera
necesario.
Dentro de mí una voz, rogaba que no hiciera falta, pues dejamos a
los abuelos con la mesa puesta, para la cena, a eso de las diez y media, vino
otra paciente con un fuerte dolor de muelas, le advertimos lo que pasaba,
respondiéndonos que se iría al parque haber si con la música se le pasaría.
Seguro que San Roque le aliviaría el dolor
con un lingotazo de alcohol, le respondí: por lo menos a mi edad, seguro que me daba más resultado, me
contesto, se marcho.
Recuerdo decir, como era posible venir a urgencias con un dolor de cabeza o de
muelas, que con un anti inflamatorio o antibiótico se pasaría el malestar.
Y tú que sabes, si ya sean tomado varias
pastillas, antes de venir me contesto. Lo pensé, razoné y le volví a dar la
razón. Llegaron hacia las once de la
noche, de una calurosa noche de verano.
Disculpándose, y amablemente le dieron las
gracias a mi compañera, reconociendo al muchacho su pequeña mordedura, no se
encontró nada anómalo.
Pero para un mejor resultado, se tendría que
observar al gato y analizarle, que desgraciadamente desapareció en una semana.
Días después que apareciera, los abuelos lo llevaron, en cuestión de tres a
cuatro días, llegaron los resultados.
El pequeño gatito dio negativamente las
pruebas, en Madrid las tres semanas se nos hicieron eternas;
A las doces llegamos a la parcela, los
abuelos estaban muy asustados, porque vieron pasar la ambulancia, muy veloz y
con las luces de emergencias, ellos creyeron que al niño se lo llevaban al
hospital.
En ese tiempo los móviles eran un lujo, esto
se quedo con una graciosa anécdota, más en nuestras vidas, reconociendo que así,
Son los extremeños.
Verde como el olivar, verde palmeral, verde
esperanza, entre sus pocos recursos, reflejo de sus supervivencias, ataduras de
sus recias encinas, Verde libertad, Verde el zújar que se va.
Y blanco por dentro, jazmín Convento. Concepcionistas
de sabores, aromas esparcidos en tierras ajenas, blanca flor de cilantros que
perduran a los vientos.
Pardos por fuera, como la negra tierra
abraza, el sol en los días de la serena, puerta de la Siberia, Negra pizarra,
resbaladizo aroma, en noches de recreo en su parque.
Esos son los caputbovense, entre sus sangre,
recorren milenios de sabidurías, los que se
fueron jamás renunciaron a sus raíces.
Antes la insistencia perdida memorial se
apodere, de estos fieles recuerdo lo relato.
Juro que fue real, como es hoy veintisiete de
marzo del dos mil trece, jueves santos,
un día muy apreciado por mí.
Enrique Hidalgo para El País de la Piel del Toro
Enrique Hidalgo para El País de la Piel del Toro