El País de la Piel de Toro
21/2/2019
La calle
Ya debe de estar rozando las
diez de la mañana, Antonia como de costumbre desde hace más de tres década, se
cruza conmigo.
Buenos días Dña. Antoñita,
no pasa los años por usted, la encuentro fenomenal. Se deja oír, una voz amable
y educada como es la de, Eusebio el Farmacéutico, apaciguador de la calle.
Desde que Luis, el Portero se jubiló La
calle parece que le falta algo. No es que lo haga mal el nuevo conserje.
Pero
Julio era parte del inmueble del paseo, con más de 50 años de servicio. Me vio nacer,
crecer, casarme y observó como mi joven cuerpo se iba deteriorando,
envejeciendo con mis primeras canas, contemplando como D. Luis el del séptimo
se fue apagando, como la luz de la farola de la acera. Las únicas que no
evolucionan son las fachadas de las fincas urbanas, no cambia tanto como la
travesía.
Hasta los coches nos han dejado fuera del lugar, ya el ceniciento, es
un automóvil de museo, ahora una parte son eléctricos con un buen diseño y más
cómodos, e incluso para aparcar con las nuevas cámaras incorporadas en el
parachoques.
Los locales pasan de manos, como un abrir y cerrar de ojos, la que
sigue sin moverse del sitio es la botica, han pasado de padres a hijos, no
marchan mal, allí es donde nos encontramos lo vecinos que quedamos, con un
montón de recetas, otro lugar de quedar es al final de la avenida, en la Nueva
parroquia, donde quizás no sea el agrado de muchos, allí donde nos dan el
último adiós.
Es la calle la que se debían cambiar cada década y no el cuerpo
de la vecindad. Los años pasan y la Rúa
sigue igual, hasta los baches son reemplazado, los mismos edificios, los mismo
locales, distintas obras, operarios jóvenes hacen que la calle se mantenga como
cuando se ocupó. Los ciudadanos cada vez
nos cuestan más salir a la vía, ahora toca otros nuevos residentes.
Los jóvenes
son el futuro de la arteria municipal, son los encargados de que no se
deteriore la travesía.
Enrique Hidalgo para El País de la Piel del toro