El País de la Piel de Toro
Madrid 13 de enero 2020
Palabras, 1.500
Me dieron cita previa en el ambulatorio para el especialista, en junio. Para hoy día 13 de enero 2020, a último de diciembre se cambió la fecha. Coincidiendo hoy 13 de enero con el cierre de la línea 4 del metro Arguelles-Hortaleza.
Diariamente viajo en transporte público, hacia el lugar de trabajo, afectando a mi cita con el médico hoy. Desde siempre estos dos dígitos, que caen en el mes, como si fuera un imán, atrayendo hacia mi, algo de inquietud y malestar, afectándome en lo cotidiano, de este día, y no me gusta para nada este guarismo.
“A lo mejor hoy cambia mi suerte” a partir de este 13 de enero, fabricaré alguna fórmula. Hoy suena el despertador como costumbre a las siete de la mañana de esta jornada del 13 de enero, después de asearme y desayunar, bajo a la calle, me voy hacia la marquesina del autobús.
Miro la aplicación y no responde, ¿no sé cuándo llegarán las dos líneas de autobuses, que me llevaran hacia la estación del ferrocarril?, por diferente itinerario. La espera se alarga más de veinte minutos, andando llegaría ante, pues son cuatro paradas.
Por fin viene uno, lo cogí y me dejó en la estación a las 7,45. Corro para no perder el tren que está entrando en el andén, suben todos los viajeros y consigo subir, noto que algo me impide ir hacia el centro del vagón. Las puertas se han cerrado justo en el momento al subir, atrapando la mochila, que llevo en la espalda.
Dos jóvenes intentan abrir sin éxito, la puerta, como pude, saque el brazo izquierdo de la agarradera del zurrón, con la mano izquierda pulsé el botón de abrir puertas, se abre y me libró, cerrándola automáticamente al segundo y poniéndose el convoy en marcha.
Menos mal, ya me imaginaba viajando cuatro kilómetros, con el macuto fuera y yo dentro, espalda pegada en la puerta del convoy. Como podéis imaginar ya desde primera hora de ese día trece, se me quedará grabado, el incidente, miedo me da pensar en la vuelta.
Por eso no me gusta esta terminación, a pesar que conocí un 13 de Octubre. Que hoy en madre de mi hijo y esposa, pero eso es otra historia, no me fue tan mal.
En aquella época, lo más cerca que estaba de esa cantidad, era del tebeo de la Rue 13 del Percebe. Voy a lo mío. Como si estuviera hechizado este 13, me repelé me embruja, repercutiendo en mis tareas o en mi persona.
Por eso cuando cae esta fecha en el mes, intento no coger el automóvil, en la mensualidad de junio día 13 recibí un golpe o impacto, en el vehículo.
Soy consciente de que cientos de personas o miles, esta terminación les fascina, cómo vivir en un 13 piso, como mi difunto jefe y mi vecino que reservó el 13 del edificio.
Tal vez esté paranoico con la cuantía, no se me olvida que un 13 de abril, un familiar muy querido le diagnosticó una grave enfermedad, falleciendo un año después, coincidencia con otro el 13 de abril.
En la empresa, tenía como código 0013, hasta que cambiaron de personal. También tengo entendido que es de Obra de Dios está numerología o esta terminación, una organización católica lo venera, como algo mágico. Vaticinó que para quien escribe, su conjetura, me obliga estar muy alerta.
La prueba me remito que en la Santa Cena, fueron 13 comensales, no os quiero recordar cómo acabó el anfitrión. Serán figuraciones mías, pero un 13 de octubre, entre el Papa y el Rey de Francia, traicionaron una orden católica, El Temple. Puede ser que sea el origen de esta desdichada conclusión.
Pero no acabó con el misterio sigue, dicen las malas lenguas. Si no hay secreto ni enigma, la vida sería muy aburrida. “Jope” para ellos que se aburren. No es que sea un obseso o lunático con el 13, pero hoy cuando me levante presentí que algo me ocurriría, con esa fecha.
En presente, como viernes 13, película y letal virus creado para afecta a miles de ordenadores, los que se aburren. En España se dice, que en martes y 13, ni te cases ni embarques. Menudo augurio,” paradoja de la vida, los novios llevan ese día de su boda, 13 monedas o arras.”
Varios miembros de mi familia, directos e indirectos, cumplen años un día 13, y no le fueron también. Mi esposa ingresó un 13 de junio de 1999, en un hospital, para dar a luz a nuestro hijo, complicándose en el parto.
Abrochándome esta mañana, el reloj de pulsera, note que iban 13 minutos atrasados, por agotamiento de la pila, dejándolo en casa y midiendo el tiempo con el del celular.
También el cercania (tren) iba con retraso, trece minutos cuando llegue a Chamartín, corrí de nuevo hacia el metro para poder recuperar, esos minutos atrasados que demoró el ferrocarril.
Al bajarme del metro en la parada Pinar de Chamartín, Salí al exterior, para finalizar el trayecto con el Servicio Especial de la EMT. Al subir, el conductor arrancó el bus, avanzó unos metros por la calle Arturo Soria, para detenerse por la influencia del tráfico.
Mi agobio crecía por la angustia producida, por la locura de la vida en superficie. Por fin llegue al puesto de trabajo, rozando las nueve de la mañana, mi hora de entrada. Al final no me fue tan mal.
Después de cambiarme de ropa y reunir mis herramientas, en la radio, sintonice Buenos Días Madrid, me puse los cascos. Me sobresalte al escuchar, a la locutora de la emisora. Hoy día 13 de enero, se celebraba el día mundial del chicle, que casualidad dije.
Dos días antes, leyendo un libro “que se muera los feos” en su página trece me encontré un antiguo envoltorio de una conocida marca de chicle (Cheiw), que el anterior dueño lo colocaría en su día.
Antes desarrollar este relato, pensé si la observación con el número 13 del mes, era casual o signo de buen augurio. Con esta narración, me despertó el deseo de comunicar mi misterioso enigma del número 13.
A partir de ahora ya no rechazaré la terminación del 13 en la lotería, arrepintiéndome cuando lo rehúse, la terminación en el sorteo de Navidad, cuando tocó el gordo en Madrid.
Fui directamente al cuarto de baño, me vi reflejado en el espejo dirigiéndome a la imagen, no pare de ultrajarla, ofender he injuriar, hacia mi proyección, práctica que llevo haciendo bastante tiempo.
Desahogándome mi furia al intruso que llevo dentro. Mi otro yo, la conciencia inocente, me hace tomar decisiones erróneas. Como por ejemplo cuando el pasado verano cambie el puesto de trabajo y menguaron mis propinas.
Volví otra vez al espejo del cuarto de baño, soltándole a bocajarro a destello de la imagen “más tonto que Abundio”, ¿no sé quién sería ese tal Abundio? No lo conocí, era lo que me ofendía, en el Pueblo, en mi infancia.
Desde aquí, hago otro llamamiento, la inteligencia se comporta como ese tal Abundio, con su estupidez de sabiduría. Tal vez el Creador, me puso delante del número trece, como prueba de su magnificencia y generosidad, de esta forma, para que otros leyeran mi relato como señal y no fueran tan supersticiosos como yo.
Tal vez los martes y trece, el grupo de humor, le paso algo parecido como a mi, poniendo el nombre de su dúo,como parodia
Dos días después de esta epístola, conocía a una persona, ya jubilada, me narró su vida laboral y donde vivía anteriormente, en un edificio de una calle, no la recuerdo pero su número era el 13, aparte de que trabajaba en la calle Hermosilla, 13, durante 40 años, pregunte, si era crédulo, con el número 13, me respondido, que no era supersticioso, con los 13, pero que cuando sale esta cifra en el almanaque, pone los cinco sentidos, alegando que al notario, le iba muy bien.
El día de mi Santo en su anterior fecha calendarías, era el quince de julio, pero algo tuvo que pasar para adelantarla dos días antes, coincidiendo con el 13 de Julio, celebrando el Santoral de San Enrique.
Quizás sean una nueva señal o coicidencías, para que defienda el movimiento de Tecnocráta