Madrid 20/5/2021
El libro desaparecido,
692 palabras
Recordando
hoy, hace unos años en el capialzado del gran ventanal del vestíbulo de la
finca urbana. Unos cuantos libros apilados uno encima de otros,, se
almacenaban.
Algún
vecino, los dejo con la intención de serles útiles a cualquier residente de la
casa. Así se lo hizo y en menos de 24 horas, los ejemplares desaparecieron del
alfeizar del tragaluz.
Yo
aprovisione unos cuantos ejemplares, cinco o seis volúmenes, uno de ellos fue
“los propios Dioses” de Isaac Asimoc, me llamo la atención la portada y el
contenido.
Ya
lo conocía como escritor o contador de historia, me gusta la manera de narrar
sus obras. Por lo tanto, después de leer otro texto pendiente, empezaría con este pequeño vademécum. Y así fue, cuando empecer su lectura, según
iba leyendo recordaba una serie televisiva, meses antes nos enganchó en Neflix.
Dos
días después, cuando tenía leída más de la mitad del volumen, me desapareció el
tomo, en su recorrido que hago en el metropolitano.
La
verdad dicha, desde ese día me dio por averiguar, la misteriosa desaparición del libro, la sospecha recayó en
otro viajante de la línea, obligándole a levantase del asiento.
¿Cómo
pudo desaparecer de encima de mis rodillas, el querido compendio?, me
preguntaba una y otra vez. Un año después me seguí preguntando, si tener
repuestas.
Lo
único que recuerdo ese día, es sentarme en el banco de la estación “pacifico
“del metropolitano, poniendo el libro encimas de mis mulos. Eso creí, o tal vez
lo deposite encima del asiento y abrí la mochila para sacarlo, en ese instante me levanté, pues el
convoy paraba en el andén y me volví a
sentarme en el escaño dentro ya en el interior del coche, y ya le perdí la pista.
Esos
segundo no me cuerdo, mi mente esta borrada de cualquier recuerdo. Deduzco que
el libro el libro lo deje olvidado en el banquillo de la estación.
Fui
a comprarlo por Amazon, la familia me desaconsejo la idea. Pasaran un año de la
perdida, cuando visite la biblioteca del barrio, con la intención de preguntar
si tuviesen el título. Por culpa de la pandemia, me la encontré cerrada,
dejando el manuscrito en el olvido, hasta la apertura de la institución, ya
pasada el estado de Alarma.
En
cuanto me enteré la nueva rutina y el
funcionamiento a la normalidad del archivo, me presente con mi viejo carnet
bibliotecario, preguntaría por este ejemplar solicitado.
Sería
mi primer libro que sacaría de estas dependencias. Fue el 29 de abril, me
acerque a la institución y tuve la suerte de encontrar el libros en la
estantería, me pidieron la cedula de identificación y me lo entregaron con el
respectivo sello. La fecha de entrega a la biblioteca, caducaba en unos 30
días.
Me
dije para mí. “tengo tiempo suficiente para leerlo”, como todavía estábamos en
estado de alarma, empecé con la lectura el día tres de Mayo, fiesta en Madrid,
por caer el día dos, el día del Comunidad en domingo, otro puente perdido y sin
poder viajar, por el cabronazo virus del Covid19.
Ya estábamos hasta las narices de no poder
viajar al pueblo en la otra comunidad, deseando que llegara el nueve de mayo,
fin de la restricciones a la movilidad.
No sabíamos cómo encontraríamos la casa después
del fin de semana del 31 de Diciembre 2021; estaba deseando ir a trabajar el
marte y empezar a leer mi prestado libro, en el viaje de hora en transporte
público y terminando su lectura el 9/5/2021 Fin del Estado de Alarma. El día 10
lo devolví al registro del establecimiento público y guardianes de estas riquezas
literarias y bienes culturales. Ya que tengo el carnet de las bibliotecas
municipales y de la comunidad, me animare a proveerme de otros ejemplares y deleitar con sus lecturas y a
provecharme de este caudal gratuito de elección rápida de escritores.
Ya
que el “Saber si ocupa Lugar alguno”, sobre todo en casa y por la gran
estantería llena de viejos libros descansando en su estantes, de esta
biblioteca de barrio.
Enrique
Manuel Hidalgo para el País de la Piel de Toro