El País de la Piel de Toro
El día uno de abril
de dos mil trece, paseando por una
calle, me encontré un papel doblado,
escrito con una fina caligrafía, en reglón de una raya, arrancada la
hoja de un cuaderno de anillas, y con un color amarillo de los pasos del
tiempo. Era una poesía de que decía:
Cuando vayas a la
cocina
A pelar una patata
Acuérdate de esta
amiga
Que tanto te dio la
lata.
Dos Claveles en el agua
No se pueden
marchitar
Dos amigas que se
quieren
No se pueden olvidar.
Una rosa es una Flor
Un millón una fortuna
Y una amiga como tú
No la cambio por
ninguna.
Eres la estrella del
Oriente
La flor de Nueva York
Y mi amiga para
siempre.
Si me quieres ver
sufrir
Si me quieres ver
llorar
Solo tienes que decir
Que me quieres
olvidar.
Si mi sangre se
derrama
Gota a gota no me
dolería
Más que verte con
otra.
Un día me prometí
Que nunca te desearía
Pero un día te dije
Y me arrepentí toda
mi vida.
Are que todo lo tocas
Y todo lo puedes
besar
Dale un beso a………..
Que no le puedes dar
Y dile que la quiero
mucho
Y que nunca le podré
olvidar.
(Madrid 1/4/2013)
Es lo que tiene el amor, que se pierde y vuela cuando el
otoño, recia y el viento se aprecia, como estos versos, de esta hoja, que voló sin que nadie lo supiera, a uno ni lo
conociera, pues me acongoja, saber el Amor, siendo escritor, es un honor
mostrarlo con este relato y ato el dato, para ustedes, Señores no me echo
flores, a su vez no está de mal, este mal de Amores a priores.
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