La trampa 19/6/2018
7.059 palabras.
Menuda movida se lio ese día 14 de Junio en abtao, viviendo en mis propias carnes, como me dice mi compañera, te tengo que llevar constantemente agarrado de la mano, en el momento que te suelto pisas cualquier charco, siempre me lo está recordando. Pero estoy tan ciego en mis cosas y en mi trabajo que no le doy mucha importancia.
Así que me toca dormir poco esta noche, arrepintiendo de esta amarga situación, que me tocó vivir hoy. No es la primera vez que jóvenes policías de paisanos, se me acercan a mi lugar de trabajo a preguntarme o interrogarme.
Si encuentro algo anormal por la calle, sobre todo queriendo información del local de al lado de la finca, un joven inaugurado club de amigos, que hace tres años abrió las puertas a su socios, no lo sé qué pasa ahí dentro, según las malas lenguas es un club de fumadores del cannabis.
A los polis le respondía que sí era algo fuera de la ley, ¿por qué le dieron permiso para abrir las autoridades?, ¿si fuera ilegal, lo hubiesen permitido la administración? Para luego mandar a sus sabuesos de los guardianes del orden?
Pero buscaban algo más ¿quién sabe? ¿Alguna denuncia anónima? Si es así me imagino que colaboraron, si es o no falsa o si se tratara de alguna venganza de algún socio o vecino, hacia alguna persona cercana al local.
Pues ese día 14 de junio de 2018, a media mañana se identificaron dos jóvenes policías de paisano, querían ver los patios de acceso al local, subimos y comprobaron que las ventanas estaban cerrada como siempre y con sus antiguas rejas pintadas de negro, de hierro forjado.
Le informó que solo abrían las ventanas a primera hora, en su limpieza del local, obligando a la comunidad a sus propietarios a cerrarla totalmente a partir de esas horas.
A las dos menos cuarto bajamos a recepción, uno salió a la calle en teléfono en mano, mientras el otro se quedó merodeando por las instalaciones comunitarias, del lado izquierdo de la finca.
Se acercó con paso rápido y firme, y me preguntó, mi relación con el local, pues me dijeron que me vieron alguna que otra vez entrando en el local. Soy el conserje de la finca y alguna que otra vez llamó para dejar el correo que reciben, o cuando meses atrás, hubo una avería en la comunitaria toma de agua sanitaria, afectando a otros locales de la finca, le respondí.
Aparte a los locales me dan 10 euros por mantener la acera limpia y barrerla, como es el caso de este establecimiento.
El otro policía entró se dirigió a mí, me dijo: que su jefe, quería mi número de teléfono, para hablar conmigo, y me pidió que le enseñara el D.N.I haciendo hincapié de que cogiera cualquier llamada de un número largo.
Descolgué el celular a eso de las dos menos diez de la tarde. Cuando me llamaron, quería saber por qué me encontraba en los alrededores del local, respondiendo que soy el conserje de la finca, por eso me veían tan a menudo, y que la puerta está a dos metros de la puerta de la portería, por eso me verían habitualmente.
La voz del teléfono, me dijo: si podría acercarme a la comisaría para su verificación en mi declaración con la información que ellos tenían, y así lo hice, comunicándome que ellos me llevarían y luego me dejarían en el lugar, pues entonces a las dos, cuando cierre la finca le conteste.
Como era algo anormal, raro en mí en esta situación, corrí, cogiendo uno de los ascensores, llevándome a la casa del portero, donde se encontraba mi mujer, y explicándole rápidamente la situación que tenía.
Dos y veinte, llegando a la calle de las huertas, en la puerta de la comisaría uno de los policías, se puso delante de mí y otro detrás, como si fuera protegiéndome de las miradas de los de allí presente, en el vestíbulo, hacia mi derecha nos introducimos en un largo pasillo con diferente puertas ambos lados.
Al llegar al final, una estrecha escalera, nos topamos, subimos unos tramos o dos, subimos al primer piso, andamos otro corto pasillo, con ambas puertas abiertas visualizando amplias mesas de despachos, hasta llegar a la cuarta puerta de mi derecha.
Nos introducimos, en la mesa de la pared izquierda, se levantó un caballero de unos treinta años, ofreciéndo me su mano en plan saludo, e identificándose con la persona que estaba detrás del teléfono.
Me invitó a sentarme, él también lo hizo y empezó a teclear en su ordenador, escribiendo lo que yo respondía a su respuesta, diciendo que esto iría directamente al Juez, para que pidiera protección de testigo hacia mí.
En ese momento aluciné en colores, me quedé paralizado estancado, sin articular palabra ni movimiento alguno, como si estuviese en otra perspectiva en otro mundo ajeno al que yo recordaba.
Preguntándome muchas veces, retrocediendo en mis paso, que tengo yo que ver en esta rocambolesca situación y amarga situación, recuerdo que balbuceo algo, como diciendo que los chicos eran buena gente, y que en los cuatro años que estaban abierto el local, no había ninguna queja hacia ellos.
Si alguna vez algún vecino se quejaba del humo u olor, enseguida arreglaban lo deteriorado o la ventilación. De vez en cuando entraba otro caballero de unos cuarenta o cincuenta años, mediana estatura moreno, con en camisa blanca, cruzadas en ambos hombros dos tiras de cuero marrón que acababan en dos cartucheras, dentro de ellas dos pistolas negras.
Preguntándome si era o no de verdad en este escenario televisivo, recordando alguna que otra película. Que me hacía ver a Harry el sucio de Clint Eastwod. Al caballero escribiente le pregunté por la situación.
Respondiéndome que se encontraban detenidos, porque se pasaron de la raya, confundiendo lo legal con lo no autorizado. Explicándome muy rápido como eran estos negocios, tienen estipulados unos socios como manda las normas a estos locales.
Estos traen a otros socios, que generan más dinero, con lo cual ya van saliendo de la legalidad, entrando poco a poco en la otra ilegalidad.
Abrió una carpeta y me enseñó algunas fotografías en blanco negro, señalándome con el dedo un chico, detenido y descuidado, que no reconocía, diciendo que era uno del grupo, y si le conocía, me fije y le respondí que no lo conocía y puse cara de extrañada, y que si él, lo aseguraba yo no le iba a quitar la razón, pues sería él le dije.
De la misma carpeta extrajo otras nuevas fotografías estas de color, cuando si lo reconocí, acto seguido saco otra y otra hasta llegar a la última, creo que fueron cinco. Salieron todos los policías del despacho, creo que eran cuatro.
Tardaron varios minutos en volver, en ese tiempo una fuerte voz escuche "esta limpio", me imagine que lo decían por mí, que en voz de susurro me conteste: claro que estoy limpio, me acabo de duchar como todo los días.
No acabe la frase cuando entraron los dos policías y el escribiente, ofreciéndose a llevarme a mi domicilio, no ante le pedí una copia de lo que estaban escribiendo en el ordenador, me la dio y nos fuimos tal como vinimos uno delante de mí y otro detrás y yo en el centro recorriendo los mismos pasillos y bajando la estrecha escalera.
Llegue a casa a eso de las cuatro, comí rápido me refresque y Salí otra vez a mi puesto de trabajo, llegué sobre las cinco y cuarto desde lo lejos visualice un numeroso grupo de personas alrededor del portal, cuando me acercaba reconocí al Harry el sucio y otros tres policías, más, y Antonio el encargado de abrir el local.
Según me acercaba uno de los chicos se negaban a mostrar sus datos al policía, decía que como policía, él también tenía sus derechos. A los diez minutos entraron dos policías, uno de ellos, era el Harry el sucio, después de identificarse me pidieron permiso para cachear al otro individuo fuera de las miradas de otros.
Hasta su salida quince minutos después, se fueron y volví a salir a la calle, ya la acera estaba vacía y el local echado los cierres. A la hora apareció el vicepresidente de la comunidad.
Diciéndome que cogió las llaves de repuestos, para mostrarle a la policía los patios y cuartos de contadores eléctrico, esto ocurrió sobre las 15 horas, cuando yo estaba en comisaría¸ preguntándome si estaban o no diciéndole la verdad a la policía, y estos sí se pusieron en contacto con el presidente y el vicepresidente de la finca.
Así que pasado cinco días de esta fatídica fecha del 14 de junio de 2018, sigo esperando la citación del juzgado, como me dijo el escribiente.
Lo que no entiendo es porque esta serie de negocios no están ya regulados por ley, el consumo y el disfrute del cannabis o la marihuana. Seguro que no habría tanta estafa, si estuviese el chocolate o estas drogas blandas, regulada como lo hace el tabaco y el alcohol, y pagando tributo como cualquier otro productos de uso individual.
9 / 8 / 2018 el recuerdo
Por fin se acabó el mes de Julio, esto corre demasiado rápido, estamos a dos de Agosto y no corre aire alguno, ya está haciendo demasiado calor a esta segunda hora del día, parece que el día se presenta movidito.
José Ramón, el vecino de la finca de enfrente, me comunicó que la semana pasada en su finca entraron los ladrones a un piso. Y esta noche se han dedicado a marcar las puertas de las viviendas, con un tipo de plástico flexible.
Introduciéndose entre el cerco de la puerta y la cerradura, con la intención de avisar a los cacos de si abren o no la puerta en ese instante. Pues el trozo de plástico se cae abriendo la puerta.
Están a punto de venir la policía, el nuevo conserje aviso, salgo a barrer la acera y del portal siguiente, salen mis compañeras supervisoras, con una tercera mujer, que no conocía.
La intención era presentarme a mi nueva compañera y darle permiso para utilizar el aseo de la finca por no tener ella, la finca contigua.
En ese momento por la acera de enfrente cruza dos personas con paso rápido, una de ella portado algo negro en la mano derecha que identifique a los dos agentes, que meses atrás me fueron visitando, a la altura de nosotros, abre la cartera mostrando la placa de la Policía Nacional.
En ese momento las tres mujeres de la empresa desaparecieron como por arte de magia, quedándonos los dos policías y yo, solo querían saber si algo sospechoso encontré en la finca, y poniéndome al día del incidente de la comunidad de enfrente.
Pidiéndome permiso para entrar a mi finca y comprobar piso por piso si había alguna trampa que los amigo de lo ajeno ponen en las viviendas.
Entraron al edificio, mientras a mí se me dibujaba en mi mente, la pasada escena de cinco o seis meses atrás, cuando vinieron a preguntarme si el local privado de los fumadores, encontraba algo anormal, en comportamiento de los persona que acudían a él.
Les respondí que no habían dado ningún problema desde que se abrió, hace un par de años yo caí, que a partir de ese día, nos estaban vigilando, los alrededores e investigando.
Ahora comprendo el porqué de esas miradas, de los otros porteros y conserjes de las fincas urbanas contiguas a la nuestra. Alguna vez que otra los pillaba con las miradas fijas en mi persona. Me enteré que ellos también les fueron preguntando unos días antes que ese día 14 de junio. Uno de ellos, días antes de su jubilación me lo comunicó, que pasaban por el local mucha gente, ya que ellos estuvieron más tiempo en la calle que en su sitio de trabajo.
Una hora después bajaron y me dijeron que no encontraron ningún tipo de señal en las puertas, como me avisó José Ramón 155 minutos antes de su llegada.
!Volviendo a los párrafos anteriores!, ya que según los demás compañeros del gremio, veían, como entraban y salían gente del local o de mi finca. La incógnita del barrio de un principio el querer saber, y qué se dedicaban ellos, pues siempre abrían y cerraban rápido, sin dejar de ver más allá de la puerta.
Era un suplicio en los primeros meses de su apertura, en preguntas, con la misma respuesta por parte mía, es una asociación de gente joven y socios, que la única manera de averiguar algo es que usted se haga socio del club, le respondía y tiene que ser legal, pues si no cumpliera con la ley, no le estaría abierto.
El invierno pasado coincidió que dentro de la finca, en la oficina de un sindicato de conductores de autobuses, se estaban impartiendo clases teóricas, de mañana y tarde, que en cada turno se concentraban entre veinte y treinta personas.
Acumulándose en los metros destinados al portal y local de fumadores, varios individuos, unos de los sindicalistas, pasados los cursos me comentaron que fueron unas novecientas personas las que subieron en estos seis meses.
Pensé que algún vecino o paseante, se asustaría verlos todas las mañana o tarde e impondrán una denuncia, avisando de acumulación de personas en los confines del local. Por qué sino la policía no investigan a no ser que haya algún chivatazo o denuncia, pensé lo que ocurrió ese día 14, incluso me aferre la idea que la policía tenía una tapadera con el local para pillarme a mí, y ponerme como cabeza de turco en una chapuza que hicieron mal alguno de ellos.
Seguía dándole vueltas a la cabeza, quizás fue esos días de primavera, que en el local adjunto al club, salió una mancha de humedad, con la correspondiente fisura de la cañería general, que atraviesa los dos locales.
Avisando al seguro de la finca vinieron los operarios, comprobamos que la avería venía del local privado de fumadores, se tuvo que entrar con los permisos de los encargados del establecimiento. Se reparó los desperfectos ocasionados, cambiando un codo de la tubería, olvidándome que la policía andaba cerca de la finca vigilando el negocio.
Tal vez me vieran entrar o salir antes de la once, en algún momento sin dar mayor importancia, pues yo estaba cumpliendo con mi trabajo de responsable de la urbanización y como la limpieza de la acera, junto a la puerta, pues ellos me pagaban al mes una cuantía, por estar su trozo de calle siempre limpio.
Fue ese día 14 de junio, cuando aparecieron otra vez en mi vida estos dos policías, identificándose, me indicaron que les acompañarán a los patios de luces, donde daban las ventanas del dichoso local.
Comprobando que estaban cerradas a cal y canto, y con rejas, pero algo se estaba cociendo, se fueron pero a eso de la una volvieron, pero eran otros dos policías distintos, y me insinuaron, que ya se había llevado esposado y detenido a otro esta mañana por no cooperar.
Sonó el teléfono móvil del policía, era su jefe queriendo mi número de teléfono, así que se lo fui diciendo y este a su interlocutor, apagando el teléfono me miró, y me comento que recibiría una llamada, con una larga enumeración y que era importante que yo la atendiera, pocos segundo después sonó mi telefonía móvil, no recuerdo la conversación y del nombre que me llamó, pero lo que se me quedó grabado. Cuando pudiera me acercara a la comisaría de la calle huertas, queriendo verificar la relación que tenía yo con el local, pues me vieron entrar y salir de él, y paseando varios días por su alrededor.
No sabía reaccionar, aunque le dije quién era yo, pero insistía en que fuera a la comisaría, de acuerdo iré, le respondí, me dijo pásame con el agente, se fue a la calle con el teléfono, entrando pocos minutos después, ¿nos vamos? me pregunto.
Sí, claro a partir de las dos, cuando salgo me quedan 15 minutos, en ese tiempo en un despiste del agente, me fui a contárselo a mi mujer, que ella como yo alucinaba, pero tenía que comunicárselo, pues yo era consciente de entrar en la comisaría pero de salir.
Alguien se lo tenía que comentar, me pareció la mejor idea y acertada, decirle a dónde me llevaban, aunque tenía la sospecha de algo no bueno me estaba ocurriendo.
Baje a las dos en punto, me encontré con los dos agentes, con cara de asombro, sospeche que en esos minutos me estarían buscando por la finca urbana.
En la puerta salimos las cuatro personas, los dos policías, mi compañera y yo, ella me preguntó si íbamos hacia el autobús para acompañarme, diciendo que hoy me toca irme de cañas con estos dos amigos. En la misma puerta de la casa estaba el coche camuflado.
Lo demás pasó como lo describí en los anteriores folios. Me acordé de mi psiquiatra, meses antes, en la última consulta del médico especialista que me lleva tratando desde 2008 por una ansiosa depresión y melancolía, de vez en cuando entraba varios agente y volvían a salir.
Me paso por la cabeza infinidad de cosas, el joven policía se sentaba y me preguntaba, quería saber la verdad, yo le decía mi verdad, la única.
Una de las veces paso Clint Eastwod,( el policía de las dos pistolas cruzadas a los hombros) pasó por detrás de mí, mi intelecto me dibujó la escena, de sacar su pistola de la cartuchera y apuntándome a la sien, chaval alégrame la tarde escuche dentro de mi ser.
Pero rápidamente volví a mi sitio, el presente, aunque no sabían si estos eran los de los bueno o malos, como el ex-comisario Villarejo, la información adquirida era para extorsionar a los buenos y convertirlos en malos.
O como el llamado Billy el Niño, de época pasada, que te molía a palos a los detenidos en comisaría, pero yo, no hecho nada malo y fuera de la ley para que me esté pasando esto, me preguntaba una y otra vez.
Me dio la gana de comentar con el escribiente que en el año 2006 recibí una amenaza de muerte, en una llamada anónima que se grabó en el contestador automático de mi domicilio. De dos mujeres hablando de asesinar a un hombre. Cuando quise ir a la policía, mi mujer dejó que se grabará encima otras conversaciones, por creer que sería una broma, que me estaban gastando. Y otra el día miércoles 12 de abril, en mi teléfono móvil.
Amenazándome que yo le chuparía sus partes, hasta que él les saliera de los huevos. Al colgar rápidamente después de la frase, no pude identificar la voz pero era muy familiar.
Por ello no tengo prueba y seguro que no me creyera, por eso aprovecho esta ocasión y lo dejó escrito tal cómo me pasó y no me creyó nadie, así que volví a la pregunta del inspector, cuando me enseñó una foto, diciéndome que era fulanito.
Si usted lo dice será, pero yo en esa foto no lo reconozco, que sea mengano, puede, pero me dio ganas de preguntarle, que yo no había venido a identificar a nadie, según ustedes me dijeron que querían saber qué hacía yo por los alrededores del local.
Pero me callé por no agravar más la situación, estaba demasiado asustado, para defenderme, me acordaba de mi antiguo jefe en los interrogatorios, por una mentira quería saber la verdad.
La única frase que me salió de mi boca, fue de otro detenido, que se quedó inmortalizada hace más de dos mil años, ¿quién esté libre de culpa, que tire la primera piedra?
Otra vez salieron todos, me dejaron solo, serían las 15 horas, tardaron en volver más de 15 minutos. Entrando otra vez, tal vez estarían en el otro despacho contiguo, comprobando o dando novedades.
Por qué escuche muy clarito “está Limpio” no sé si se referiría a mi persona, pero lo cierto que cinco minutos después, Salí del despacho escoltado por el conductor del coche camuflado y del escribiente, montamos en el vehículo con dirección a mi domicilio, pero me dejaron a mitad de camino, en Ciudad de Barcelona. En la parada del autobús.
En el trayecto a casa, me pregunté muchas cosas, sin tener respuestas. No quise decir nada a nadie, pero creo que desde el año 2005, la policía me estaba siguiendo los pasos o investigando, lo deduzco, por un comentario del contable de la antigua empresa, al escuchar a media una conversación con otro compañero.
Refiriéndose a mí “qué cojones dónde se habrá metido este, para que todo el mundo estén preguntando por él”, quizás sea la explicación a una carta que envié a su Majestad el Rey Emérito, por esa fecha observe, que estando con otros amigo en una terraza tomando el aperitivo, pasaron dos motoristas de la Policía Nacional, y uno de ellos se me quedó mirando, volviendo a pasar otra vez y volvió a mirar a donde me encontraba.
A lo mejor eran figuraciones mías, pero ese día note que algo me estaba pasando, pero yo siempre lo achaqué al nuevo trabajo de mi mujer, 2004, mi esposa entró a trabajar con un juez de la Audiencia Nacional, ya jubilado, pero estoy seguro que investigaron nuestro entorno. Yo lo hubiese hecho.
Cuando me dejó el autobús cerca de casa, subí rápido pues ya era más tarde de lo habitual, mi hijo estaba trabajando desde el ordenador, mientras comíamos le estaba informando de la tardanza y explicándole el retraso.
A la hora de volver al trabajo, en la acera del local, se encontraba una multitud de personas enfrente de la finca urbana, fui identificando según me iba acercando. En primera línea estaba el escribiente y él de las dos cartucheras, queriendo cachear a un joven.
Este les dijo que él también era policía y sabía sus derechos, y los dos policías que me escoltaron, Felipe el que abre el local por la mañana y supongo que los demás eran socios del Club.
Al entrar al portal coincidí con Jesús un vecino, de la extraña situación nos quedamos conversando en el hall. A los pocos minutos abrió la puerta del portal, el agente "Harry" enseñándonos sus credenciales, pidiendo permiso para cachear a un individuo, era Clint Eastwood.
En una esquina del pasillo del portal ajena a nuestros ojos, pero no a las cámaras de vigilancia, procedieron a la identificación del muchacho, a los veinte minutos aproximados, Salí a la calle, ya habían desaparecido todo el mundo, encontrándose desértica y bajado el cierre metálico del local cerrado. Al cabo de una hora el presidente de la comunidad bajó a portería, comentando que a eso de las 15 horas, acompañó al policía a los cuartos eléctricos, y me informó de la situación.
El tiempo suficiente de mi estancia en comisaría, imagino estuviesen verificando mi declaración de inocencia, con los presidente saliente y entrante de la comunidad.
Pasaba los días el local estaba cerrado, por la mañana hasta que me di cuenta, que solo lo abrían por la tarde, me preguntaba por el paradero de Felipe, al que conocía y me pagaba los 10 euros al mes por el trabajo realizado por el barrido y la limpieza de la acera y puerta del local.
Y no recibiendo los honorarios desde principio de Julio, tampoco me atrevía a llamar y preguntar, viendo el panorama a los que fuimos sometidos bajo presión policial.
Aparte ignoraba si seguía o no al frente de su asociación de amigos. Yo seguí haciendo el trabajo de mantener limpia la acera, unos días de Agosto, me atreví a llamar, era el día tres, abriéndome la puerta Felipe.
Me causó gran alegría verle de nuevo, no tuvo reparo en recompensar mis trabajos de dos meses, pero algo molestos con los vecinos de la comunidad por el rumor sobre su actividad.
Comentándome que ellos jamás dieron ningún problema a la comunidad, para que sus vecinos los trataran de esa manera, echando a los sabuesos policías sobre ellos.
Le calme diciendo que ningún vecino de la finca denunció al club, pero casi seguro que fueron alguien de las fincas de enfrente, con la casualidad de una aglomeración de personas jóvenes, alrededor de nuestro portal.
Pues meses antes un curso intensivo que daba el sindicato de conductores, siendo sus oficinas en la primera planta de la finca, atrajeron una multitud de personas de todo tipo en los alrededores.
( Meses después me enteré por un trabajador, que fueron 900 personas, en diferentes turnos, los que acudieron a los cursos intensivos de la EMT) .
Terminada la conversación, le dije otra vez, que seguía alegrándome de verle, diciéndoles que todos fuimos investigados, desde hace varios meses, con una estrecha y larga vigilancia, en torno al local, afectando a mí también.
Por no decirles, que algunos de sus socios se pasaron del límite de la legalidad, y al margen de la ley, como me dijeron en la comisaría al defender algunas personas, que durante estos cuatro años, fui conociendo.
Contándome el escribiente, en mi fe ciega por amparar algunos de sus socios, algo muy gordo tuvieron que hacer, aparte de fumar un poco de cannabis u otras especies de plantas alucinógenas, sabiendo que está permitido su consumo en dichos locales.
Pero no su comercialización de la marihuana, u otras drogas, creó yo, pero a mí también me jodieron, la policía mandó a sus detectives. Menos mal que gracias a mi raro comportamiento cívico y ciudadano.
No tuve que lamentar ningún incidente, ante los ojos de la ley, soy un habitante más en esta jungla de asfalto, teniendo limpia su Alma y cuerpo limpio, a la vista del Ministerio Policial y Justicia, pero el mal rato que pase, me plantee muchas preguntas, sin respuestas, ¿por qué a mí, qué hice yo?, menos mal que se aclaró todo, espero que ya no tenga que molestar más.
Pero me equivoque al pensarlo a principio de Noviembre 6/11/2018 recibo una llamada telefónica de la comisaría de Retiro, que si me podía acercar a los Juzgados de Plaza de Castilla, 1, a prestar declaración.
Pero si, ya lo hice, le respondí, al otro lado del teléfono me informó que era para la declaración del Juez, por ser testigo protegido, quieren tomarle declaración, ya me puse nervioso, diciendo que no podía faltar al trabajo así por que sí.
Pensé que sería una broma, y le dije que me mandaran una citación judicial, de acuerdo me dijeron, a donde la mandamos, me preguntaron, a mi empresa y le di la dirección.
De este modo a la empresa se la enviaron, para que me dieran permiso esa mañana del día 20/11/2018, vaya que casualidad, con la fecha me dije, recordando la efeméride de la citación en dicho domicilio de la compañía.
Llegó el fatídico día, mi supervisora llegó a las 11 de la mañana, a quedarse en mi puesto, y suplantar en mis funciones laborales en la comunidad, pero pasaba el tiempo y allí, no aparecía ningún policía a llevarme a los juzgados.
Me tranquilizaba, la idea que no hubiese sido un mal entendido, eso creía yo, que sería un mal sueño, a unos veinte minutos o media hora, cuando ambos estábamos fijo con la mirada en la puerta de cristal del portal.
Apareció Felipe, como si quisiese mirar por el interior de los cristales, marchando segundos después, la supervisora me miró, como extrañada, a lo que le dije que en la comisaría me enseñaron su fotografía, a los que me contestó ella, “pues está fichado”.
A eso de la trece hora, escuche una sirena de emergencia, Salí a la calle, era el coche camuflado, que venía a recogerme, me despedí de mi compañera, antes de decirle "vaya con el testigo protegido", se han enterado todo el barrio que entró en él, hasta un vecino, que no me tenía que haber visto nada.
Y nos fuimos con la misma prisa que vino el coche, y con la sirena puesta, accedimos, a la M-30, por la plazoleta de Conde Casal, el tráfico muy compacto, a esa hora, esquivando , uno a otro, pasando de un carril a otro, a más de 100 kilómetro hora.
Con el cinturón de seguridad puesto y dando tumbo por los cambio brusco de vía, me sonó el teléfono, como pude lo cogí, era mi mujer interesándose en lo que me habían dicho en el Juzgado.
Pero al escuchar la sirena, obsto, por despedirse y colgó, en 15 minutos llegamos a la puerta del Juzgado de Plaza de Castilla, los dos policías entraron por una puerta y yo por otra, enseñando mi documentación, y mirando por el escáner mi bolso.
Los dos agentes vinieron hacia la puerta, y me fueron escoltando, subimos a una alta planta, buscamos unos asientos, en el pasillo, nos sentamos, el agente y yo, el otro guardia de paisano, se fue, a ver si ya estaba preparada la sala.
Al otro inspector le pregunté mi duda, que quien denunció, pues para una investigación de este tipo tuvo que haber sido una denuncia. Normalmente dijo que sí, pero no figuraba en el atestado ninguna denuncia.
Amablemente me tranquilizó, diciendo: no tiene el por qué, puede ser que algunos de mis compañero de uniforme, pudiesen haber cogido en la calle, algún que otro chaval, con algo más de sustancia permitida, a preguntar a los detenidos, donde lo adquirieron, le llevaron a la zona, donde trabajas.
A los quince minutos apareció su compañero, nos dijo que ya estaba preparado, bajamos un par de pisos, me dijeron que aguardara, hasta que me llamaran, pues ellos se tenían que quedar en el pasillo.
Me hicieron entrar, de enfrente, me sentaron al lado del tabique, de enfrente, en tarima, a unos veinte o treinta pasó, una señora estaba sentada en el medio, de una ancha mesa, compartida con varias sillas, vacía.
No la pude ver bien, la vista no me dejaba ver su rostro difuminado, sin precisar sus rostros, más que era una mujer blanca, de entre 50 a 60 años, pelo corto de peluquería.
A mi derecha, el llamado biombo para no ver, a lo que estaban al otro lado de la sala, un largo tabique de papel o cartón piedra, dividía la sala, hasta llegar a un o dos metros, a la alta tarima donde se encontraba la jueza.
Otra persona, se acercó donde me encontraba, me pidió el DNI, que se lo acercó a la magistrada, devolviendo otra vez, y escribiendo los datos, contactando los datos con los que ella tenía.
Acto seguido el mediador, se dirigió a mí, diciendo que toda la declaración se filmará y se grabará la conversación, difuminada, para no delatar al testigo.
Pasando a las preguntas, la primera fue ¿qué relación tenía yo con el acusado? , respondí que ninguna, no recuerdo bien la segunda, pero era algo, como que trabajo desempeñaba yo para que estuviese alrededor del local.
Allí, ya me pillaron, ¡a la mierda otra vez el testigo protegido!, respondiendo, que yo era el conserje de la finca, y explicando que me daban 10 euros, por limpiar el trozo de acera, correspondiente al local, seguida de otras preguntas.
A no formular más preguntas su señoría, esta, se dirigió en voz, a la abogada otra persona, más allá del biombo, que me hizo una sola pregunta, según tenía ella, en el informe, yo decía que habitualmente me veía con su cliente.
Que yo le respondí, alguna que otra vez le vi, pero habitualmente, no recordaba yo haber dicho eso, diciéndome que habitualmente no era una que otra vez, a los que yo le dije, que por lo menos una o dos veces, le vi.
No supe a quién o quienes se estaban refiriendo la abogada, cuando decía su cliente, así que ni pregunte y ni di más explicaciones, lo que quería que se acabara ya, mi purgatorio con la justicia.
El hecho que su señoría, se dirigió a la abogada, en palabra, preguntándole si tenía más pregunta que hacer al testigo, respondiendo que no, diciéndome que por su parte ya habían terminado, pudiéndose marcha, ya.
Me despedí, me levanté, abrí la puerta y allí estaban los dos agentes, esperándome, para llevarme de vuelta. Se ofrecieron a llevarme a casa.
A la salida de los Juzgados, se concentran un alto número de Televisiones y periodistas, que yo me quedé alucinado, pensando que si no tuviese bastante, ahora saldría hasta en las noticias.
Los dos policías de paisano, dijeron bajar la cabeza y con paso rápido ir al coche, a las 14, 30, llegue a casa, como de costumbre, me lave encendí el televisor, esperando las noticias de las 15, mientras me preparaba la comida.
Cuando por fin pude comprender el trasiego de cámaras de televisión y radio, en las puertas del Juzgado de Plaza de Castilla.
Habían cogido por fin al Rey del Cachopo, le habían llevado a declarar a Plaza de Castilla, después de que me hubiese enterado de la noticia, sonó el teléfono, era mi mujer, preguntándome qué tal se me dio.
Pues ella sabe la dificultad que tengo a la hora de retomar cualquier conversación, confundiendo al interlocutor, pasando a no creerme.
Por fin esto se acabó, le dije, creo que ya no me molestaran más, si ya todo lo que quería saber, se lo he dicho, pero una vez más me equivoque.
No recuerdo la fecha, pero a último de enero o en el mes de marzo del 2019, otra llamada, esta era de la fiscalía de la comunidad de Madrid, me comunicó que pasarían por mí, para llevarme, e informarme el fiscal de los derecho que tenía yo por ser testigo protegido.
La interlocutora me dijo, que aceptara, que había muchas ventajas, a la hora de una nueva cita con las instituciones, o dependencia judiciales, y que le preguntaran todo al fiscal, que ellos me responderían a todo.
Yo seguía cavilando que se tratara de la misma broma, cuando colgué, el teléfono, a la hora, volví a llamar, corroborando que no me habían engañado,
Y confirmando la cita, a las diez, se lo comunique a la empresa, vino mi compañera supervisora, a suplantar, el tiempo que estuviese con la fiscalía.
La policía me llamó, diciendo que me esperaba al final de la calle, presentándose dos jóvenes policía, chica y chico, encargados de trasladar a los testigos protegidos!.
Llegando a las diez menos diez de la mañana, a la calle Barquillo, me pasaron a una sala donde estaban dos mujeres de unos 50 a 60 años, que se presentaron como fiscal, la secretaria y dos asistentes sociales.
Personas que me eran familiares, preguntándome por donde las vi la última vez, esos rostros, de esas veces, que el cerebro te asegura, que las conoces, pero no te acuerdas de que.
Cuando me dieron la palabra, les dije "vaya marrón" que me han echado, afirmaron que sí, es un marrón, y que las dos instituciones que más tenía que temer, eran contra más lejos mejor, era la Hacienda y la Justicia las respondí.
Sacándolas una sonrisa, diciendo la de más edad, que su prioridad, no era investigar, si la policía hizo bien o no su trabajo, que era el de proteger a los testigos, a lo que respondí que yo no tenía miedo, pero que el marrón me lo han metido sin yo comerlo.
Recordando que no dijera a nadie absolutamente a nadie, que yo era un testigo protegido?.
Le hable de mi informe médico y que estaba en tratamiento psicológico, enseñando los informes, leyendo, me dijo la fiscal que eso era una simple depresión y que no afectaba al proceso.
Yo le dije, que sí que a mí todo este tinglado, me estaba afectando en mi salud, se lo llevaron hicieron unas fotocopias, y volviéndome el original.
No recuerdo más, de la media hora que estuvimos dentro, se despidieron de mí las dos magistradas, sin antes decirme, que ahora pasaría los dos agentes, para valorar con preguntas, el grado de riesgo.
Y así fue, en plan formulario test, me fueron preguntando, hasta el final, de la pregunta, diciéndome que si quería que me avisara, la fiscalía, de cuando alguno de los malos, salieran de la cárcel, para que yo tuviese tiempo de estar precavido, les dije que no, que eso era un sin vivir, que lo que pasara lo estaría esperando.
A la dos semana de reunirme con la fiscal, estando barriendo la acera de los locales de la finca, visualice al principio de la calle a Fernando, uno de los chavales, el corazón me dio un vuelco, no sé si meterme en el portal o esperar.
Por qué iba a huir?, de quién?, si yo no hice nada malo a nadie, así que cuando me di cuenta, estaba a mi lado, le saluda estrechando la mano, diciendo que me alegraba de verle.
Hablamos de lo que pasó el año pasado, y que Felipe, le comento que ya no cogía, el dinero por la limpieza de la calle, que ellos, se sentía mal, que yo hiciera un trabajo, y que no fuera recompensado.
Les dije: no pasa nada, yo seguiré haciéndolo, pero sin cobrarlo, no voy a limpiar todos los locales, la acera, !y el vuestro que está al lado, no! queda mal. Le dije: que estaba muy afectado por ese marrón.
Fernando me dijo, que cuando todo pasara, lo denunciará a los policías, según su abogada, que ahí, muchos datos, que no coinciden con la investigación, e incluso buscaron un testigo protegido, que no tenía nada que ver, sólo tienen dos denuncia de dos correos electrónico anónimo, con lo cual me quede a cuadro.
Y preguntándome si no verificaron primero esos anónimo, según me dio a entender que fueron dirigidos a él, (alguien le caigo mal), a mí en la comisaría me trataron mal, gritando, hasta que los puse en su sitio, y querer hablar con la abogada.
Ya ves me jodieron bien, ya lo creo, y a todos, al final esto, el fumar lo tendrán que legalizar, si lo están haciendo en otros países, y nosotros, sabemos que de puerta para dentro es legal, pero de puerta para fuera, no.
Me persuadió a no dejar la finca por ellos, pues le dije, como me saliera otra portería, me cambiaba, que a mí esto me afectó mucho, él sabía que yo estuve en la comisaría declarando, a eso de los 15 minutos de hablar, nos despedimos de la charla.
En un principio quise llamar a la protección de testigo de la fiscalía, pero, qué le diría, que vi a uno de los acusado, que estuvimos hablando, pero lo pensé, no sea que me siga metiendo más en la mierda, sin no tengo amenaza ni nada, y a Felipe, cuando le veo entra le saludo o si me cruzo con él en la calle, lo anormal sería que al verle yo me escondiera y el me viera, mi actuación.
A ver si, con el informe médico me dejan ya la ley, que lo que tenían que marear es a los delincuentes y no a los que no hicimos nada.
Hoy día 21 de junio de 2019 a entre las 10 y la 11 de la mañana, recibo una llamada telefónicamente, era la Fiscalía de la Comunidad de Madrid. Me preguntaba si yo les mande una carta a su dirección.
Sí respondí, el día 16 de junio, en ella narraba un episodio, de una controversia, que nos pasó con la mala instalación de un electrodoméstico, realizada por un operario ?inexperto? un año antes, al comprar en la tienda un horno, y casi salimos ardiendo como pasó en Vallecas a escaso metros de mi domicilio el día 5/4/2019 con la explosión de un piso y varios heridos mis sospechas las relacionaba con el altercado anterior, y les decía que valoraran ustedes, si tenía similitud con los pasados hechos delictivos.
Me dijeron que no, que si me quedará más tranquilo denunciara a la policía, desavenencia con el montador y la tienda, ya se quedó claro, que mi mujer no denuncia, eso que le mandó un correo electrónico al dueño, sin contestación, no la dije nada, para no disgustar, pero siempre creí que no llegó el envió a su destino.
Me lo confirmó el sábado 22 de junio, cuando le escuché hablar por teléfono con Martin el dueño de la tienda, volviendo a dar otro correo electrónico, pues él decía que no tenía ni idea de lo que nos ocurrió y que le volvieran a enviar las fotografías del incidente.
En septiembre de 2019, mi empresa me cambió de puesto de trabajo, requerido por mí, no estaba tranquilo en este lugar y no me gusta estar muy cerca del local, lo que me llevó a esta situación entre policías y jueces.
Así que me incorporé el día uno de septiembre a mi nuevo destino, unos cuantos kilómetros de asociación de amigos. A la semana de estar en mi nuevo destino, me encuentro aparcado un coche de policía, enfrente de la vivienda, primera hora, mi cabeza, empiezo a inquietarse y pensar, si me habían ya localizado?.
Abro la finca, me cambio de ropa, subo por las bolsas de basura, y a eso de la diez las bajo al contenedor correspondiente, voy por la acera dirección a la finca, cuando escucho una sirena de la policía, cada vez más cerca.
Parando el coche en la calzada, saliendo tres hombre con paso decisivo y rápido, vienen hacia mí, dos policías nacionales un caballero muy bien trajeado, aminoró la marcha, pensé que venían a por mí, cuando me paro, y me adelantan sin hacerme caso. !Uf!, menudo alivio, entran en el siguiente portal. Un robo pensé, bueno ya le preguntaré a Pepe el compañero, de lo que paso, porque me preguntaran algunos de mis vecinos?, seguro.
Al medio día, tengo la oportunidad de hablar con Pepe, por el incidente, comunicándome que eran una anciana que murió en la cama, y su hijo llamó a los servicios, y estaban pendientes de que viniera el forense.
Me tranquiliza, la información, esto de encontrar ancianos en domicilio sin vida, hoy está al orden del día.
Han Solo para El País de la Piel de Toro
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