El País de la Piel de Toro
Cierre pintado de un herbolario de una tienda de Madrid |
Palabras 1.003
El gigante y la Abeja
Arroba de los Montes a: 14 de Abril 2017
Fue ese día 13 de
abril de 2017, estaba leyendo una novela en el patio, un día extraordinario de
primavera, el naranjo ya con su media flor de Azhar, junto con los nuevos
capullos de las Azucenas.
Algunas de las Abejas, al olor de las flores merodeaban,
escuchando el clásico zumbido alertador de sus alas, cuando de repente se deje
de escúchalo.
Mi vista fue al Árbol en flor, intentando averiguar lo que ocurría,
el porqué de ese silencio, pensé que ya se fueron a la Colmena.
En ese momento me levante con dirección a la puerta de
acceso al interior de la vivienda, sorprendiendo que en el suelo, y con pocos
movimiento, estaba la abeja, no se podía levantar, falleciendo minutos después.
Quizás un paro cardiaco, pensé de broma, pero la realidad
no fue ese el motivo, hace tiempo, un familiar que tenía colmenas, me comentó
que la Fumigaciones con las avionetas, se las estaban cargando.
Recordé que estos días atrás, los Agricultores, fumigaban
con sus tractores, las hierbas junto al Olivar para que no creciera, el verdor
de las espigas altas, y se quedará en pastos secos después en los posteriores meses,
de calor evitando posibles fuego en los Montes.
Prácticas más baratas que el arar la tierra, arrancarlas, de los matorrales o hierbas que en flor, en primavera,se van agotando las existencias del Polen de las plantas, y extinguiéndose estos pequeños animalitos Polinizadores de flores.
Una vez retirada el cadáver de la abeja, pues cientos de diminutas hormigas acudieron a tan sabroso festín, otra se precipitó al suelo, en ese
momento el gigante de veintidós años de
1’80, apareció con grandes zancadas, le advertir, “cuidado” que pisas a
esta abeja.
Le expliqué, cómo ocurrió, y si más lamento, corrió hacia
la cocina sacó, el azucarero, un vaso de cristal con agua, apareciendo al
momento dando vuelta con la cuchara a la dulce Mezcla.
Vertiendo con la cuchara el líquido dulzón en pequeña gotas, sobre la abeja, seguro que tiene agujetas, le pregunté, dándome una fulminante mirada, no te enfades si se está muriendo le dije, yo no tengo la
culpa.
Mientras que vertía el pequeño Elixir sobre su pequeña
amiga, me explicó que el agua y el azúcar eran como una medicina para ella.
Además de ingeniero me salió ecologista, alegrándome de
tan delicada y responsabilidad de mi hijo, con
esta sociedad. Observando como
la abeja bebía el zumo azucarado.
Hoy en días 30 de Abril, escribiendo estas líneas de como
el, un gigante hombre se volcó con este pequeño insecto, tan querido como son
las abejas. No me acuerdo de las explicaciones, qué me dio ese día, y porque el
agua con azúcar la reavivo?
Así que pasado unos minutos, no levantaba el vuelo,
habremos llegado tarde me dijo el adolescente, y yo con dulzura cogí, dos hojas
de papel de periódico con la intención, de levantar la abeja y llevarla, hacia
el tronco del naranjo para que otros insectos no acudiesen a festejar nuestra
derrota.
Y en ese momento cuando la empuje hacia la otra hoja, la
abeja, fue levantando el vuelo, alegrandonos mi hijo y el que lo narra este
relato.
Dándole la enhorabuena a mi hijo por tan orgullosa acción
protectora y pensado si era la mismísima encarnación de mi suegro que le
apasionaban las abejas, llegando a tener su familia más de veinticinco colmenas,
unas parte de ellas, de corcho, están en el desván de la que era su morada.
Terminando de narra esta experiencia, al día siguiente
uno de Mayo, amaneció un día limpio caluroso y sin nubes, que nos acostumbró el
tiempo en esos pasados días de puente.
Salimos al patio aprovecharnos de esos maravillosos rayos
de sol, del mediodía, con el toque de la campana de la iglesia, a escasos
metros de la vivienda, invitaban rezar el Ángelus a compás del Replique .
Acorde con el cantar de los pájaros del pueblo, el
zumbido de la abeja de golpe se paró, precipitándose al suelo, no pudiendo
levantar otra vez el vuelo, por sus cortas alas.
Me percate de su agotada caída, acordándome de la pasada
Semana Santa cuando el Gigante, preparó el néctar de la vida, imitando, yo fabrique el elixir.
Aparecí dando vuelta con la cuchara dentro del vaso, me
fui hasta donde estaba la paciente enferma, vertiendo el depositó de la
cuchara, sobre ella.
Espere unos minutos, no levanto el vuelo, así que cogí el
recogedor de la escoba, con la intención de trasladar a la enferma abeja hacia
el tronco del naranjo.
Cuando la abeja, en un abatir de alas, se lanzó hacia mí,
en un susto corrí, para protegerme y echarle encara, tan osada recuperación no dejando
de gritar, “ahora que te curo vas y me quieres picar”.
Como el cuento del Escorpión y la Rana, pero no fue así,
creo que fue un vuelo de agradecimiento por haberle dado otra vez la vida.
Después de comprobar el resultado de este elixir.
Se lo conté a mi mujer, como salve una Abeja de una
muerte segura, gracias a los conocimientos que
nuestro hijo tenía para este caso
y que yo aprendí de él, esa pasada Semana Santa.
Así que cogí el Celular, abrí la aplicación del WatsApp, busque el contacto de mi hijo, le
narre lo ocurrido y le envié por este medio la fotografía de la Abeja.
Preguntado por qué le pasaba esta cosa a las abejas del Naranjo. No supo contestarme, lo único que me dijo que las abejas se Deshidratan como nosotros, pero nosotros a tener esos síntomas de
flojedad, bebemos líquidos ricos en
azúcares.
Mientras que las abejas, no saben lo que les ocurren no
sabiendo que se deshidratan, no teniendo claro el instinto de buscar agua, pues
ella bebe durante las floraciones,
buscando el Polen.
La próxima vez que
vaya al pueblo, preguntare a los Apicultores, si ellos saben que también las
abejas se deshidratan y como lo
solucionan ellos.
Enrique Hidalgo para El País de la Piel del Toro