El País de la Piel de Toro
Madrid
23/4/2019
El Pecado por defecto, 2.238
palabras
“Más
vale pecar por defecto, que pecar por exceso”, me vino hoy
esta frase a la mente al escuchar las
noticias de Telemadrid . En su casa, en la cocina se encontraron el cuerpo sin
vida momificado de una mujer, fallecida el en año 2014.
No tenía palabras para la
familia o conocidos de la fallecida, la dejadez total de los parientes cercanos
o lejanos de la muerta, e incluso del portero de la finca, de no haber estado a
la altura de su profesión.
Muy similar a este caso, el
pasado año 2012, mi mujer me contaba algo parecido, en un bloque de pisos de
diez y seis viviendas, una mancha oscura en un rincón de la cocina con el
posible reguero del chafarrinón o
churrete de algún fuerte liquido vertido en el suelo.
Por la desnivelada baldosas
del terrazo, estaban impregnada en el frió suelo. Hizo lo imposible para quitar
la mácula del pavimento, sin resultado alguno, dejándola por imposible.
Preguntando una y mil veces
que liquido vertería la antigua inquilina, que no había manera de limpiarlo, ni
lejía ni desengrasante o agua fuerte a acompañada de amónico, me lo comentaba
extrañada, alguna vez que otra.
Hasta este año en el
anterior mes de marzo de 2019, fruto de la casualidad, lo averiguo lo que
ocurrió, por mediación de la vecina del piso, del bajo.
Comunicándola la repentina
muerte de la anterior señora anciana, toda la vecindad sabía de su insomnio,
pues de madrugada se iba a la cocina,
abriendo la nevera para
calmar su mal sueño con algo de picar, expirando allí mismo.
Tardaron dos meses en darse
cuenta, a falta de que ningún familiar le echara de menos, nadie se preocupó
por su repentina ausencia, avisando los vecinos a los servicios de emergencias
por un nauseabundo olor a putrefacción.
Forzado el cerrajero la
puerta por orden de la Policía Judicial. A narrarme la crónica, fui maldiciendo en la falta de
sensibilidad, con cualquier miembro de sus familias o amigos, de Marta.
Pero este enfado, nada tenía
que ver con el título de este documento, la frase que en el principio expreso,
en esta historia, que nos trasladamos al 18 de marzo de 2019, siendo ese día de
la semana, lunes.
El protagonista de esta
anécdota, un vecino de un sexto piso de la escalera central, por motivo de guarda su intimidad y de la ley
de protección de dato, le llamare Pepe García.
Unos tres o cuatro días de
la fecha del dieciocho de marzo, Pepe se quedó un rato charlando conmigo, al
preguntarle por su desmejorado aspecto que le vi, me respondía mal, sin darme
muchas explicaciones, cambiando de tema.
En la plática, me dio un
número de teléfono, que en caso de urgencia, debía de llamar, ya que él vive
solo, pasando de los setenta y cinco años, su familiar más cercano, vive en una residencia especial, por tener discapacidad
intelectual, y su mujer ni mencionarla.
Por qué me dijo muy clarito
lo de todos nos teníamos que morir, menos yo, le respondí, para sácale una
sonrisa, y quitar de hierro al asunto. “Yo
me quedare de semilla”, alegando a la conversación.
“no te jodes” ni usted tampoco
se quedará aquí de semilla, y se echó a
reír, terminada ya la charla, cogió el ascensor correspondiente a su letra de vivienda, y yo me quede en mi
puesto, en la conserjería, con un mal sabor de boca.
De las ochentas viviendas
que opera el conserje, más de la mitad están ocupadas con personas mayores,
algunas viviendo solas sin conocer familiar cercano, como es el caso de pepe.
Algunas tengo permiso para
entrar a sus moradas, con la copia de llaves, que guardo en caja fuerte, y que en su día me la ofrecieron, el de Pepe
no es sus caso, pero la tiene Manuel, su vecino de planta, con lo cual no tengo
mucho problema en abrir la puerta.
Así, que se pasó los días, llego el fin de semana, se pasó
como un abrir y cerrar de ojos, el lunes llegó, este ese día venían a leer el
contador del gas, este, esta, dentro de
las viviendas, en las cocinas de los pisos.
Como todos los días desde
hace varios años, a Pepe, y otras persona mayores, en sus buzones le echó un
ejemplar gratuito del periódico 20Minutos, que lo recojo en el cercano
ambulatorio cerca de la finca.
Sobre las once del medio
día, vino el operario del gas, fui acompañándole, piso por piso, como se hace,
desde varios años, se llama a los timbre varias veces, cuando llegamos a la
puerta de la vivienda de Pepe, llame varias veces, me extraño a no abrirla.
Pues tenemos un acuerdo, en
caso de que saliera antes, de la llegada de los operarios, del gas o agua,
pegado en la puerta de la calle me deja en un post-it, con la correspondiente lectura, como lo lleva haciendo
desde dos años atrás.
Al finalizar la visita con
el operario del gas a los pisos de la comunidad y despedirme de él, me acerque a su buzón, el diario seguía ahí,
empecé a inquietarme, le llame varias veces por teléfono, le puse varios
wapssa, le volvía a llamar por el teléfono interior, espere media hora, sin
resultado alguno.
A eso de la una del
mediodía, llame a Manuel, su vecino, trasladando mi inquietud por Pepe,
poniéndole al día de mi tozudez,
A los cinco minutos, me
llamo Manuel, su vecino diciéndome que se encontraba en casa vivito y coleando,
se había quedado dormido.
La verdad me asombré, así que Pepe bajo a la media hora,
ante todo me dio las gracias por
ocuparme de mi labor de preocupación y
protector de la finca y sus ocupantes.
Pasando después al eficaz sermón de prohibición, avisándome, hasta que no oliese mal
su cuerpo en caso de fallecimiento, no entrara nadie en su casa, el susto que
se llevó al encontrarse, Pepe, con una sombra en la entrada de su habitación,
hasta que pudo visualizar que se trataba de Manuel, casi de la un infarto, me aclaro que el baja el volumen del celular,
y que anoche trasnocho, quedándose dormido como una marmota, además yo puedo desaparecer cuando me da la gana,
para eso soy libre, y no tengo que dar explicaciones a nadie.
Dándome otra vez las
gracias, por intranquilizarme e
interesarme por él, todo quedo en una inesperada anécdota de mi profesionalidad
y cualidad humana, volviéndolo hacer, en cualquier caso de mi intuición profesional.
“Más vale pecar por defecto, que por exceso”.
Justamente Pepe, posteriormente en
la semana número 19, se ausentó unos días,
pues desaparecería de la finca, y que no me preocupara si no le veía por la
finca, le guardara los periódicos.
No saliendo del mismo tema, en Octubre del 2018, en el autobús
coincidí, con Teresa, un conserje como yo, al preguntarle por sus anteriores
vacaciones de Septiembre, y el resultado de la suplencia de esta, en su periodo
de descanso.
Me dijo: al final cogieron
una empresa sustituta, saliendo tarifando con la comunidad, pues en ese
intervalo de tiempo murió una vecina, y el conserje suplente, no dijo nada a
nadie, hasta que avisaron a la policía por el mal olor y la cantidad de mosca
acumulada en el edificio, tirando la puerta encontraron en la habitación la
anciana fallecida. Esta empresa ya no pasan más por el edificio, continuo, Teresa.
Precisamente hable con mis
jefes que tú, te ofrecerías de, titular, puestos que esta comunidad no quiere
empresa de servicios, sino persona de mucha confianza, seguramente al año que viene
cuando me jubile, te llamaran para ofertarte
el puesto, se lo agradecí, pues
yo pertenece a una empresa de servicios, y a mí me gustaría que me contrataran
la comunidad, saldría ganando en todo, en continuidad, seguridad, sueldo, considerándome
una persona y no un número.
Dándole mil gracias por
alabarme y sugerirme antes sus jefe, llego teresa a su parada, esto es la “la
oferta y demanda” ¿quién mejor que yo, va a defender mi bolsillo, como decía mi
anterior jefe, en la empresa de logística.
Regresando otra vez en materia de la soledad, este verano pasado,
nuestra vecina del séptimo, Mercedes, también la eche de menos unos días aunque
ella tiene familia, los hijos viven en otras ciudades Europeas, pero están continuamente
en comunicación con ella, cogí teléfono
comunitario en mano, respondiéndome la llamada.
En cuanto pudo venir, me
comunico que le dio un ictus, ingresando en el hospital, quedándose en casa
unos cuantos días sin tener contacto con el mundo, a la semana ya bajo con su
andador, dándome la gracia por mi interés hacia ella.
Es una mujer con mucha
fortaleza, la cantidad de veces que paso por quirófano, dejándola sin séquela,
pero como dice ella, su salud está en la
calle, tiene que salir todos los días hace la compra y que le dé el aire.
Pasaron los días, la semana
vino, convaleciendo su rápida recuperación
y en la jornada siguiente, bajo Asunción familiar lejano de Teresa, nerviosa,
ya que yo tengo sus llave, pidiéndome que abriera la puerta, pues desde hace más de dos hora, una
prima está intentando comunicarse con ella, y no contesta estando el teléfono comunicando
todo el rato, y tenga en cuenta y que las pasada semana le dio un pequeño
infarto, estamos preocupado por si le hubiese repetido.
Llame a Teresa, por el teléfono
exterior e interior, y comprobando la veracidad
de Asunción, fui a la caja fuerte lo más rápido posible, cogimos el ascensor,
correspondiente de la escalera
izquierda, el elevador subió hasta la séptima
planta, se abrieron las puertas correderas, pasamos al hall, de la séptima planta.
Con llave en mano, busque la
cerradura, entreabrir la puerta, vinos el largo pasillo desembocando al salón. Allí
estaba Teresa, sentada teléfono en mano
hablando y mirándonos con cara de confusión y perplejidad al vernos a los dos, Asunción y a mí.
Asunción le trasmitió
nuestra intervención, sabiendo de mano tu delicada salud, decidimos entrar por
si te hubiese repetido la pequeña embolia que padeciste la semana pasada.
Teresa protesto: estoy
hablando con mi hijo, os importa marcharos. Ante la positiva repuestas y acertada
contestación, volvimos sobre nuestros pasos, cerrando la puerta y marchando
cada mochuelo a su nido.
“Otra
vez Pequé por defecto y no por exceso” Eso
es lo que tenemos las personas en algunos puestos de trabajo, mejor que sea de
esta manera rápida de intervenir, que lamentar luego cualquier circunstancias
por miedo a no elaborar “el pecado por
defecto”.
Además en el bloque de apartamento, de mi comunidad, la mayoría de las persona
pasan de los 75 años, casi todos viven en extrema soledad.
Como pude viví unos cuantos años atrás, con el ingreso en el
hospital de una querida anciana abuela de mis hijos. En la habitación de dos
camas para dos enfermos. Se encontraba
de vecina una anciana mujer, era un saco de huesos, alimentada por sonda, el
abandono de su desahucio, solo emitía un ligero gruñido con su mirada de águila,
fija en mí, me inquietaba.
Uno de esos días que acudíamos
diariamente a estar con nuestra familiar, entro dos auxiliar en enfermería,
tomando la temperatura corporal, dirigiéndose a ella en voz baja, se preguntaba
a la compañera, ¿ qué mal tuvo que haber hecho esta mujer, para que nadie, absolutamente
nadie la visitara? .
Al escuchar la pregunta, me
llego al alma, la inapropiada frase, por un momento, creí darle la razón, en
tan deslenguada e insolente pensamiento en voz.
Hasta caer en este nuevo
oficio, al encontrarme muchas personas ancianas sin familias, que viven solas,
sin poder trasmitir linaje alguno, sin heredar condición de cariño, en su difícil
etapa de supervivencia, de esta loca Humanidad egoísta.
La última vez quebrante “el Pecado por defecto y no por exceso”,
fue el día veintidós de abril, después de cuatro jornadas sin ir, por las
vacaciones de Semana Santa. Dio la casualidad de no ve a la persona encargada de mantener los
servicios domésticos, de Dña. Carmen, ni la entrada ni en la salida.
Precisamente, cogí el teléfono
de la centralita a las 17,30 y fui a “pecar
una vez más por defecto y no por exceso
“, tardo varios minutos en contestar, pero al final se alegró mi atrevimiento e
interés, reflexiva ocupación por los vecinos.
Quizás estoy muy pendiente
de ella, pero Carmen si está muy sola, aunque tiene sobrinos, estos desde que
estoy trabajando en la casa, no aparecieron, y ella me contó que desde que no
sacan nada a cambio, se han desentendido de ella, a su ochenta y ocho años,
esta fabulosamente, interiormente es una bellísima persona, y exterior mente
sus años no la perdona físicamente, soy consciente de cualquier día su corazón
le dejara en la estacada como a todo ser viviente y mortal. Dejando por
concluir esta fase de la vida.
La angustia que tengo es en
el aislamiento frió de esa muerte en soledad, pasando al olvido, tras varios días,
semanas o meses en su hogar, como si hubiese sido invisible, todos estos años, como le paso Amanda, la última mujer fallecida en Madrid
desde 2014, y encantada en Semana Santa de estos años momificada.
Así, que cuando mi olfato o intuición
femenina me despierte la intranquilidad, como se dice, volveré “a pecar
por defecto, que no por exceso”. Pero algo esta pasando, con nuestros mayores, alguien no esta haciendo bien su trabajo, no lo se si son los Servicios Sociales , las O.N.G. o cualquier institución, pero las generaciones anteriores, ahora las están pasando mal, y las están dejando olvidadas hasta la muerte, y cuando huele es cuando nos damos cuenta, de que esta sociedad esta perdiendo la corduras, frente a otras generaciones pasadas. algunos tenemos que llegar a esta parte de la vida, y todos nos tenemos que morir, que sea una manera a otra, depende de nuestra generación venidera.
Enrique Hidalgo para El País de la Piel de Toro
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