Madrid 22/3/2022
El carbón
En septiembre del 2021, se mudaron al edificio dos mujeres, primas en parentesco familiar y dos
niños de siete y diez años procedente del Brasil. Por motivos laborales una de ella trabaja en una
multinacional catalana con sede en Madrid. Por eso la zona les vino fenomenal. Una
de las mujeres que se quedaban al cuidado de los niños hizo rápidamente amistad
con migo, la verdad me cuesta entenderla en su idioma, pero al final ella, lo
que quería era platicar el español me decía ella, que entendía pero no sabía el
significado de las palabras, así que cuando tenía alguna duda, salía al Hall y chapureaba la palabra y yo, se lo explicaba se lo daba a entender, pasado dos semana en
el colegio público de la calle contigua, admitieron a los niños, la niña es una
esponja con el castellano. Se adaptaron muy bien la familia en un País tan
lejano del suyo aunque su idioma, no sea tan diferente al nuestro primo hermano del portugués, su base el viejo
latín, por eso algunas palabras son muy parecidas, cambia el acento, y algunas
con significado distintos. Dos mes después de entrar en el edificio vieron sus
primeras Navidades en España. Puse el árbol, y
el nacimiento en el suelo, debajo
de una pequeño y alto soporte macetero de mármol, disimulando una cueva y que
en la comunidad está como objetivo decorativo. Al venir los chicos y su tía del
colegio y al estar el Belén iluminado,
los niños se pararon frente al misterio y pasaron varios minutos hasta que su
tutora reclamo su atención desapareciendo tras la puerta de su morada. Al día
siguiente un adorno navideño colgaba de su puerta exterior. El día después de
Reyes, se abrió la puerta y salieron los niños con un presente mientras la
madre se quedó observando, me entregaron una pequeña cajita envuelta en papel
regalo y un saquito de Carbón dulce, que agradecí con un fuerte abrazo a los
niños, preguntándome la madre si era acertado el regalo que los Reyes Magos
dejaron en su casa. Claro que sí dije, el saquito de azúcar negro me recordó a
mi niñez cuando me lo dejaban en los zapatos sus Majestades, y quise contarle la
anécdota que viví, con mi hijo cuando tenía la misma edad que ellos, la misma
que ahora tenía Julia, la pequeña niña. El
día seis de enero de hace 20 años, cuando la noche anterior a la venida de los Reyes.
Sus Majestades le dejaron a mi hijo en su zapato un saquito de Carbón dulce,
y a la mañana siguiente me lo encontré
el saquito dentro de unos de mi zapatos que se dejaron debajo del Árbol de
Navidad, como marca la tradición. Ese mismo año aprendió a leer nuestro hijo y
claro no le cuadraba lo del carbón. Pero creo que no sería buena idea
comentarlos a sus mayores, por si no entendieran el significado y se hicieran
un lío al comentar el chascarrillo. Por la tarde lo enseñe en casa y salió a
reducir el cuento y nos reímos, nuestro hijos a su 28 años, no le cuadraba el
echo que los Reyes le dejarán carbón por eso lo cambio de zapatos creyendo que
me la dejaban a mi, quiénes eran ellos para
decidir el dejar un regalo que no pidió y le daban carbón, cuando era un niño estudioso
y con buenos sentimientos. Le dimos la razón poco niños eran como el, buena persona y responsable, todo echo universitario
terminada la carrera técnica. En febrero la tía de los muchachos me dijo que
era el cumpleaños de Julia, y la felicité por su octavo aniversario y salieron
los cuatros miembros familiares a la calle con una gran tarta y otros alimentos.
A la mañana siguiente Daniela la tía de
los pequeños, me entrego dos táper, dentro de ellos un trozo de tarta y otro
con cuatro unidades que yo le llame cocretas, me dijo que era muy apreciado en Brasil
se lo agradecí por el detalle y respondiendo obrigado, gracias en su idioma. Daniela
al día siguiente me dijo que estaba contenta pues en la biblioteca de lado de
casa, se había apuntado a un curso de hablar español, lo que necesita es
practicar con las palabras, le dije que los libros le vendría bien, ella me
dijo que aquí se lee mucho en papel, mientras en su país es todo la lectura por
internet, allí no hay tanto papel y es muy caro. Dos semanas después en un
banco del parque encima de las tablas se encontraba seis libros infantiles a
partir de diez años como pude comprobar, por la tarde llame y se lo entregue
para que lo leyeran los niños. Una semana después me encontraré su puerta abierta,
estuve esperando estaban hablando pero como tardaban, llame al timbré para
comunicarles que la puerta estaba abierta, salió Julia y me dio un abrazo luego salió Daniela con el
niño, diciendo que estaban leyendo un libro que yo entregué y estaban muy
concentrado en su lectura. Y todo esto fue a consecuencia del Carbón dulces.
Enrique Manuel Hidalgo para el País de la Piel de Toro.
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