Madrid 19 de Enero 2021
Filomena, la tormenta del siglo
Hacemos
balance de lo bueno y malo, un minuto para la cuenta atrás. Con este estribillo
de esta canción “un año más “del grupo
musical Mecano a más de uno fuimos
recordando su significado.
Todos
deseamos que el año 2020 se fuera a
tomar vientos, la epidemia del Covid19, casis nos agotaron las fuerzas mentales
y física como consecuencia de esta pandemia y los Estados de Alarma.
Llego la Noche Vieja, la longeva veterana Puerta de Sol en Madrid, se cerró al
transitado al numeroso público, en despedir el mortífero nefasto y anualidad del año 20 de esta segunda década
del siglo XXI.
Tristeza y melancolía,
desdichas nostalgia de no poder ver el
ambiente de despedida de esta anualidad, que otros años como el pasado 2019,
acapararon su atención en televisiones, el triunfo de las doces campanada.
Exitoso y
victorioso trofeo año nuevo, otros 365 días por delante del 2021, teníamos
esperanza de que fuera mejor y de esta forma entramos en el nuevo tiempo,
comienzo de una nueva existencia.
No puede ser
peor que el anterior, nos preguntamos hasta una semana ante de la celebración,
ya que nos estaban advirtiendo los eruditos de los hombres que dan el tiempo, se esperaba una tormenta de nieve, posible una intensa borrasca, que dejara
importantes nevada en algunos municipios españoles.
Pronosticando
que sería una buena tormenta de nieve llegando a descargar unos 10 o 15
centímetro del manto blanco, por entrar directamente por nuestro suelo la
llamaron: “Filomena “
Según los
clásicos mitológicos, como el profesor @Emilio_delRio, conto en su apartado en el
programa de R.N.E. llamado @DePeaPaRNE a la anterior semana al comienzo de la ventisca.
Lo antiguo y tradicional y conocido de la fantasía inspiración grecorromana.
“Filomena era hermana de Procne,
Casada con el Rey Tereo, Tereo viola a su cuñada Filomena y le corta la lengua
y la encierra en una prisión dentro de un bosque, filomena, teje un paño
contando lo ocurrido, que llega a manos de su hermana Procne, filomena consigue
salir gracias a su hermana y la traslada a Palacio, donde fragua su venganza,
entre las dos dan muerte al hijo que tuvo con Tereo, Procne, lo descuartiza y
lo cocina dándoselo al Rey, sin saberlo Tereo, reclama la presencia de su hijo,
a lo que responde Procne “ lo tienes dentro de ti” y aparece Filomena con la
cabeza de su sobrino. Los dioses para evitar que siguieran cometiendo otras
atrocidades, los convirtieron en pájaros” #VerbaVolant de Radio Nacional de España, 18
de diciembre 2020.
Como la
tormenta viene por el aire supongo que
la relación con la mitología, escogieron por las aves, los científicos
recataron del olvido esta Teogonía,
alegoría macabra pagana.
Llego el
jueves día siete, aquí en hortaleza,
empezó a caer agua nieves sobre las doce del mediodía, dejo de caer las celliscas, en mi teléfono no dejaba de
sonar, entrando varios Wapsa,
haciendo mención al buen humor de la tierra, y burla al pronosticado cambio
meteorológico, al abrí el primer
mensaje.
En la
fotografía de blanco y negro, se veía una mujer anciana con una burra, con el
título de ya está aquí Filomena, otra fotografía era de cuatro Flexómetros, uno
encima del otro en vertical, cubriendo la capa helada blanca de un hueco de 10
centímetro de nieves, haciendo ilusión a
la previsiones altas de nieve.
Pero al
llegar a las 15,00 horas de la tarde, el cuento ya estaba cambiando, desde el
cristal de la vieja puerta de hierro forjado, cada vez era más intensa los
coágulos blancos.
A las 19,00
pensé que me quedada hacer noche en mi lugar de trabajo por incomunicación,
algunos vecinos me dijeron que me fuera para casa, pues cada vez estaba más feo
la tarde noche. Diez minutos después el supervisor me dio permiso para
abandonar las instalaciones.
A las 19,30,
subiendo al metro, con una ligera capa de nieve, se convirtió una carrera de obstáculos,
frenado la marcha por los posibles resbalones, por la inclemencia del ciclón.
Liberándome de las ataduras, climatológicas, llegué al Metropolitano, una vez bajado al interior del
inframundo. Recibo una llamada
telefónica, creí que era Hades,
dándome un mensaje del mundo de los espíritus, pero era el jefe preguntándome si ya me había ido, si estoy en el andén del
tren, le conteste.
Llegue a
nueve minutos con antelación de la estación de nuevos ministerios, tenía
suficiente tiempo para coger los dos trenes primero, que me llevan al hogar.
Pero “la Filomena “, también ataco al cercanía, sin cuartel, dejándonos a los
viajeros más de media hora tirado en el
corredor por retraso del ferrocarril.
Pasado los
treinta minutos por las vía, un convoy
pasó sin parada, prorrogando otros
quince minutos en la demora, en la estación subterránea.
El siguiente
estaba hasta los topes de viajeros amontonado como sardina en latas en los
largos coches, en su recorrido por los
apeaderos siguiente, subían más y más personas, con destino Guadalajara.
Por fin
llegue a mi parada, me toco subir cuesta
arriba el kilómetro y medio que separa
la terminal con mi domicilio, pues cancelaron los autobuses del recorrido
callejero, por la gran cantidad de nieve, acumulada en las calzadas.
Conforme
subía por el bulevar de Avda. de Buenos
aires, tiene gracia la cosa, el viento era frio de cojones, se me helaron hasta
las pestañas y mis pies se hundían cada vez más en el tupido manto blanco,
costándome más y más esfuerzo en avanzar, gastando más energías de lo habitual.
Comprendí que esta situación podría ser un poco peligrosa, al avance de esta
tormenta y bajada de temperaturas, en
esta zona de Vallecas, filomena ya tenía cubierto todo, con una altura de 10
centímetros de nieve.
La cuesta de
la avda. De Buenos Aires, me fatigo mucho aumentando las rachas del frio viento,
que llevaba de cara, cubriéndome todo del blanco. Me recordó a la película de
la gran tormenta.
Después de
la rotonda gire a la derecha, para seguir subiendo por el bulevar de Pablo
Neruda, tan solo veía algunos transeúnte empujar vehículos cuesta arriba, dejando por imposible por patinajes de
los coches y personas dejándolo abandonado en cualquier hueco disponible de la calle.
No me
encontré con nadie, si lo hubieran hecho, se pensarían que el “Yeti” iría tras
ellos. Llevaba 15 minutos caminando sobre la tupida y blanda capa blanca, que
ya estaba hasta los mismos “linchis” de la nevada.
A la altura
del gimnasio de la empinada calle, el autobús 57, se quedó atrapado por la considerable altura de la
nieve, me imagino que el conducto no pudo dejarlo al margen de la acera, por
esta ocupada por otro vehiculo, así se quedó hasta el lunes, 11 de enero
cuando se lo llevaron sobre las doce del
mediodía.
Al día
siguiente sábado día nueve subieron las
maquinas quita nieves y no pudieron avanzar por el obstáculo del autobús que
estaba estacionado en el centro de la calzada, dejando sin quitar la espesa
capa del manto blanco. Con la buena temperatura de un día azul y soleado, la
mayoría salimos a disfrutar del momento histórico.
Los
comercios del barrio, y otras galerías, los que pudieron abrir, se
quedaron rápidamente sin stock, como si no hubiese un mañana.
Los grupos
de linajes de cientos de familias de los barrios, como Hortaleza, Vallecas, Moratalaz y la Estrella,
hicieron caso omiso y descuidamos
algunos los francos de contagios por el coronavirus. Sacamos nuestros juegos de
Esquís y los trineos de plástico, o
cualquier artilugio que sirviera para deslizarse sobre la nieve.
Tomamos
calles, colinas, parques calzadas y autovías, como el caso de la M-30 a la altura
del Alcampo de Moratalaz, nos apropiamos
por unas horas de la tranquila vía divisoria del Alfoz, que dejo el temporal de nieve.
Impensable
el tráfico de personas y animales de compañía unas cuantas horas antes de que
“filomena” descargara su furor con nosotros los madrileños.
En mi mente
recuerdo, el Wapsa escrito como consecuencia de esta crisis de clima y
saturación del personas en la sierra de Madrid, semanas pasada, con el corte de
la carretera subida a los puertos, como resultado de la aglomeración de
vehículos y personas que pensaban pasar su
ocio y disfrute con la nieve de la sierra.
Antes que se
visualizada el temporal de nieve en la capital, dejándonos horas y horas sin
poder avanzar, atrapados en los coches, la leyenda del mensaje decía:
“Fijaros los chulos que somos los
Madrileños, como no nos dejan subir a la sierra a ver la nieves, la hemos
bajado a la Capital”
En la tarde
noche, esas persona de los barrios cercano al foro. Quedaron en el centro de la capital y se dividieron paseando
por las dos aceras de la famosa calle gran vía y distribuyéndose en dos grupos.
Empezaron
una batalla campal tirándose unos a otros del otro lado del pavimento, los proyectiles en forma
de bolas de nieve, la lucha se fue alargando y acabo en combate.
Las
hostilidades pasaron por adueñarse del tranquilo paseo de otros caminantes
llegando a intervenir las fuerzas de la Policía Municipal, que los disolvieron.
El domingo 10, salió por el
levante, como
siempre el astro Rey, el amanecer fue cielo azul,
claridad absoluta y fuertes los rayos solare. El nevazo fue derritiéndose por la
alta temperatura de la bonita estampa invernal de la avanzada jornada.
Por la
tarde, dos automóviles, una ambulancia y un todo terrero del Samur, subieron
por la calzada ululando por las sirenas de los vehículos, al llegar a la altura
del bus, creíamos que se encajonaría, pues otro coche estaba en atrapado, no
teniendo huecos para su avanzada emergencias.
Se dejaron
caer hacia atrás sendos autos, dando
marcha atrás, llegaron al corte de la calle,
y subieron por el carril de bajada de la calzada, siempre con las luces
y sirenas de emergencias, necesarias para atender la urgencia.
El domingo
jornada del 11 de enero, gracias al metropolitano de Madrid, que no dejo de funcionar
durante el fin de semana, la ciudad no se quedó incomunicada. Subimos calle
arriba de la avda, a primera hora, las aceras eran imposibles caminar, lo
hicimos en la limpiada calzada, en dirección hacia la boca del Metro.
La fina y
esponjosa capa de nieve, por las bajas temperatura de la noche anterior, se
convirtió en una peligrosa pista de hielo. A las 8 y 30 llegue a mi destino,
Hortaleza. Al salir de las entrañas de la tierra, con la claridad del alba.
Me encontré
con otra realidad, esto estaba peor que mi barrio vallecano, aquí no pasaron ninguna quita
nieve, las bajadas de las calles y aceras eran una trampa de romper huesos.
Conforme avanzaba, “Filomena” me enseño su venganza con esta periferia de Madrid.
Al pasar el
pasillo largo que cruza el parque, calle
Abizanda, donde días atrás jugaban niños, descansaban abuelos, donde reinaba el Amor y la armonía. Hoy era
destrucción.
Recorriendo
la distancia del paseo, un árbol arrancado de cuajo, por el peso de las nieves,
estaba tumbado en el suelo con sus follajes de ramas y el cepellón de tierra en
mitad del camino, siendo imposible su tránsito.
Me acorde de
las imágenes de la calle Fuencarral, con sus arboledas tirada al suelo, como si fueran despojos, aquí
en este barrio los pino, chopos, abetos
y olmos, corrieron las mismas suerte.
El entorno
de la calle Santa Susana y Santa Adela,
y su rincón de ocio, en la gran explanada del parque, la imagen era blanca el
suelo, encima del manto semienterradas, estaban todas estas copas y
ramas del arbolado.
Creía que
estaba cruzando un campo de batalla de fuego belicoso, donde en la guerra,
muestra su identidad, la destrucción de cualquier ser vivo. Este bosquecillo
con una antigüedad de cincuenta años, se convirtió en conflicto de contienda
con la tormenta, que nos dejó una estampa de más de cincuenta centímetros de
Nieve.
Comparada a
la última en 1904, en Madrid, con sus cuarenta centímetro de manto blanco,
recordándonos la periodista, @almonacid_belen, en Onda Madrid el marte 19 de
enero, en su sección de #BuenosDiasPasado. En aquella época también sufrieron
los árboles. Las herida algunos se podrán curar, otros el fallecimiento le
llegara pronto y dejaran el hueco en la tierra y pasara al olvido, sin recompensa
a la inmortalidad.
Esta vez las
iras de los Dioses, se cebaron con las plantas y arbustos, esta parte del
inframundo mitológico, no interesa a las autoridades y sus instituciones, llevando la vista hacia
otro lado, y me pregunto que tiene la calle Fuencarral o las del centro que no
tenga nuestras calles.
Los días
pasaban la semana se hizo interminable, las bajas temperatura de menos once o
doce grados bajo cero, era un aliciente más para que la nieve no se derritiera
y un buen abono para las placas de hielos, como la entrante semana.
Los días 12
y 13 se dispararon las urgencia, por
caídas y resbalo de las persona, las fracturas y roturas de huesos
aumentaron, llegaron a decir en algún medio de que tal hospital, se le agotaron
las escayola o el yeso, por tanto fragmento de personas producido por las caídas.
El jueves
catorce, mi compañera sufrió un resbalón en la calle, con resultado de un buen
golpe en la espalda, duraron sus dolores varios días, gracias al cielo, que la
caída no le rompió ningún hueso.
Si me gusta
este barrio, es porque me recuerda a mi infancia, donde me crie y juegue en los
espacios abierto como en hortaleza, las penalidades del ayer fueron mejoras
para el hoy, donde se ven el
compañerismo, rinde culto al subsistir del distrito.
Como hemos
visto en varias personas voluntarias, con palas, picos en mano y con sentido de su deber morar, auxiliando como
pudieron favoreciendo al prójimo,
abriendo caminos en los duros hielos de las aceras, restableciendo cuanto antes
la vida cotidiana del barrio. No echando más arena a la maquinaria de la
civilización si no aceite para engrasar
los engranajes de esta ilustrada cultura.
Por esto,
escribo y porque he visto aquí vecinos,
chavales jóvenes con coraje, limpiando estos días la
nieve acumulada en los paseos y aceras, cercanos al domicilio y
establecimientos, porque no querían estar incomunicados, al calor de cualquier
ser humano, ya nos lo quito el covid19, durante tres meses.
Y es que
grandes son sus pequeñas hazañas, así es como el ser humano se diferencia de los Dioses justicieros,
levantando cualquier arrabal hacia la inmortalidad de sus vecinos.
Enrique
Manuel Hidalgo para el País de la Piel de Toro